La calidad del agua utilizada en la esterilización de envases es muy importante para garantizar la seguridad y calidad del producto envasado. En general, el agua utilizada en la esterilización de envases debe ser blanda, es decir, tener una baja concentración de sales y una conductividad eléctrica baja. Además, se recomienda que el pH del agua esté entre 7.00 y 8.00 y que su dureza no supere los 10 grados Fahrenheit.

Es importante que el agua utilizada en la esterilización de envases sea tratada adecuadamente para evitar la presencia de microorganismos que puedan contaminar los envases. Para ello, se recomienda que los envases sean lavados y aclarados con agua caliente antes de colocarlos en los autoclaves. Los detergentes utilizados para este tipo de limpieza deben ser neutros en relación con los contenedores.

En el caso de que los envases sean esterilizados en agua, si esta agua -tratada su dureza- es reciclada, es importante hacer una comprobación a intervalos regulares de ciertas características físicas y químicas, para poder controlar las variaciones que conciernen a la dureza del agua, su pH, el contenido de cloruros, los nitratos, etc.

Además, es importante que el enfriamiento de los envases después de su proceso de esterilización no sea excesivo, ya que a 40 grados centígrados, los envases todavía retienen suficiente calor latente para el secado espontáneo. La cloración del agua de enfriamiento para evitar la recontaminación de los envases después de procesados, no deberá ser un factor que favorezca a la corrosión mientras el cloro activo libre no exceda entre 2 a 3 mg/litro en el momento de su utilización, es decir en el momento de contacto con los envases que se están enfriando. Dicho contenido debe estar mantenido bajo control y comprobado a intervalos regulares.