Las latas de aluminio pueden presentar fugas cuando contienen una bebida carbonatada con un 12% de alcohol y un pH de 3 debido a una combinación de factores:

  • Presión interna: Las bebidas carbonatadas producen gas CO2, lo que aumenta la presión interna dentro de la lata. Esta presión puede ser aún mayor cuando la bebida tiene un mayor contenido de alcohol, ya que el alcohol tiende a aumentar la solubilidad del CO2. Si la lata no está diseñada para soportar el aumento de presión, pueden producirse fugas.
  • Corrosión: Un pH de 3 indica que la bebida es ácida. Los entornos ácidos pueden provocar la corrosión de la lata de aluminio con el paso del tiempo, lo que da lugar a agujeros o puntos débiles que pueden acabar provocando fugas. Aunque las latas de aluminio suelen estar recubiertas de una capa protectora para evitar el contacto directo entre la bebida y el aluminio, cualquier defecto o daño en esta capa puede exponer el metal al contenido ácido y acelerar la corrosión.
  • Defectos de fabricación: A veces, los defectos de fabricación o los daños sufridos durante el transporte y la manipulación pueden dar lugar a puntos débiles en la estructura de la lata. Estos puntos débiles pueden no ser capaces de soportar la presión interna de la bebida carbonatada, provocando fugas.
  • Fluctuaciones de temperatura: La exposición a altas temperaturas o los cambios bruscos de temperatura pueden hacer que el gas del interior de la lata se expanda, aumentando la presión interna. Si la lata no está diseñada para soportar estas fluctuaciones, puede tener fugas.

Para minimizar el riesgo de fugas, es esencial asegurarse de que las latas de aluminio están diseñadas para soportar las presiones internas específicas de la bebida carbonatada, y de que el revestimiento protector está intacto y es eficaz. Además, unas prácticas adecuadas de manipulación y almacenamiento pueden ayudar a evitar daños en las latas y a mantener su integridad.