ÍNDICE

ÍNDICE

1.- HOJALATA: LA GRAN  PRECURSORA

2.- BARRUNTOS

3.- NICOLÁS APPERT

4.- PRIMEROS ENVASADOS EN HOJALATA

5.- INICIO DE LA FABRICACIÓN DE ENVASES

 

1.- HOJALATA: LA GRAN PRECURSORA

Si la hojalata no hubiese existido, los descubrimientos de Nicolás Appert sobre la conservación de los alimentos difícilmente  hubieran tenido una aplicación práctica de forma generalizada en el mundo industrializado de mediados del siglo XIX y principios del XX. Pero estaba allí ya lista para unir su desarrollo al del envase metálico.

El hombre primitivo conoció y utilizó el estaño antes que el hierro, el motivo puede ser las menores temperaturas que el estaño necesita para fundirse, lo cual facilitaba su obtención. Se conocen objetos estañados con antigüedad de miles de años antes de Cristo y en la Biblia se menciona este metal. El mundo antiguo consideraba ornamentos y joyas los objetos de hierro estañados por inmersión.

Los orígenes de la hojalata se remontan a la Baja Edad Media. Hay constancia  que en el año 1240 en Bohemia (Alemania) ya se usaba para hacer utensilios, que eran muy apreciados por sus propiedades anticorrosivas. Pero hay que esperar al siglo XIV, para que comience la evolución del producto, hasta llegar a la forma en que es conocido en nuestros días. En este siglo se fabricó verdadera hojalata, al sumergir planchas de hierro en estaño fundido.

En la región de Dresde y en el siglo XVII, se desarrolló una importante industria basada en el estañado, dedicada principalmente a la exportación. Entre los países receptores de esta hojalata estaba Inglaterra, que curiosamente era donde se obtenía el estaño.

Su fabricación industrial se inició en Inglaterra (sur de Gales) a principios del siglo XVIII. En ese momento, las principales aportaciones fueron la laminación mecánica del acero y su decapado. Progresivamente esta tecnología se extendió por Europa y el Nuevo Mundo. El procedimiento de fabricación consistía en la inmersión de láminas de acero en baños de estaño fundido y recibía el nombre de hojalata “coke” ó de “inmersión en caliente”. Esta técnica la mejoró el alemán M. Schlöter a principios de siglo XX. Ideó la deposición del estaño sobre el acero usando baños electrolíticos. Dicho invento dió lugar bien pronto a plantas experimentales  de estañado electrolítico en Alemania e Inglaterra, aunque no se desarrolló industrialmente hasta 1943, año en el que comenzó a funcionar en Estados Unidos la primera planta de hojalata electrolítica.

El nuevo procedimiento aportó múltiples  ventajas: Control  exacto de la cantidad de estaño depositado, mejora del acabado superficial, posibilidad de fabricar hojalatas adaptadas al uso final, reducción de costos, etc.

Después, a partir de los años “cincuenta” hasta el dia de hoy, esta industria no ha parado de innovar: Líneas de colada continua, recocido continuo, hojalata “doble reducida”, TFS (acero libre de estaño), LTS (acero de bajo recubrimiento) etc.etc. Son los jalonen que han permitido la evolución del sector  industrial del envase metálico hasta la situación actual.

Mención aparte debe tener otras materias primas como son: Aluminio, cobre… pero seria  hacer  demasiado  larga esta historia.

 

 

 2.- BARRUNTOS

Desde la Prehistoria más remota, el hombre conocía muy bien la imposibilidad de conservar durante mucho tiempo y en buenas condiciones alimentos frescos. El cazador paleolítico tenía que darse el atracón de carne si conseguía  capturar una buena pieza, pues a los pocos dias de cazada  era imposible su ingestión. También en el Neolítico, cuando el hombre se hizo sedentario y aprendió a cultivar la tierra,  comprobó que eran los cereales los alimentos que mayor rendimiento le proporcionaban, entre otras cosas por su facilidad de conservación, por el contrario la mayoría  de los frutos frescos difícilmente se mantenían bien durante algún tiempo.

Es posible que su experiencia le fuese enseñando que  la presencia de líquidos en los alimentos (sangre, jugos, etc.), era  aparentemente el factor decisivo para acortar su vida, los cereales y las semillas comestibles así se lo mostraban. De ahí que pronto aprendiera a desecar frutos (uvas, dátiles…) y  a secar y  salar carnes y pescados (cecinas, tasajos…).

Todas las culturas desarrollaron técnicas artesanales para mantener algunos alimentos primarios durante un cierto tiempo. Empleaban para ello como elementos básicos, la combinación  del clima adecuado  (temperatura y humedad) y la sal. Fue en el Mediterráneo oriental, origen de tantos avances culturales del hombre, donde se ha detectado los primeros pasos en la conservación de alimentos.   Si se visita el Museo Británico en Londres, se pueden ver composiciones escultóricas originales de pequeño tamaño, hechas en madera representando factorías, con cinco o seis personas y los correspondientes utensilios, en las que se está fabricando pan, cerveza, secando pescado al sol o preparando salazones, y que están datadas 2500 años antes de Cristo

Ánforas clásicas

También, pronto aprendieron a guardar ciertos líquidos, fundamentalmente el vino y las bebidas obtenidas por destilación ó fermentación, que contienen en su composición alcohol. En ello, colaboró de manera decisiva  el desarrollo de la alfarería, aportando  la técnica para la fabricación de piezas cerámicas.  Las vasijas adecuadamente selladas fueron los utensilios esenciales para permitir su conservación.

Otra opción que el hombre utilizó pronto, fue el frío como elemento conservador. Conocido es el empleo de la liofilización por los Incas, hace tres mil años antes de Cristo, para conservar las patatas, que extendían en las altas cumbres, para exponerlas al sol durante el día y al frío congelador durante la noche, evitando la germinación de brotes en los tubérculos y facilitando la posterior rehidratación. Así hacían el «chuño», sin saber que estaban utilizando de forma rudimentaria, una operación de secado en estado congelado.

Hoy día todavía es posible ver en algunos pueblos, próximos a altas montañas los “neveros”, pozos excavados en la tierra para almacenar nieve, que posibilitaban enfriar  bebidas y comidas, no solo como elemento para hacer mas agradable los mismos, sino también para mantenerlos mas tiempo. El emperador Carlos V, desde su retiro de Yuste (Extremadura), tan lejano de la costa – teniendo en cuanta los medios de transporte disponibles en aquel tiempo-, pudo seguir gozando de su afición a la buena mesa, consumiendo mariscos y pescado fresco, para ello hacían  uso de la nieve como medio de mantenimiento.

En la  época histórica de la Humanidad, los avances fueron sumándose hasta nuestros días. Las Edades Antigua y Media ya aportaron buenos adelantos para mejorar la conservación de los alimentos Así los romanos, introdujeron la salmuera y el vinagre como conservantes, inventando el escabechado. Cloruro sódico y ácido acético, han sido los primeros aditivos alimentarios conservantes de la Humanidad, además de los ácidos benzoico y sórbico existentes en algunas especias, como la canela y el clavo, que explican los viajes de Marco Polo en su búsqueda.

La Europa medieval añadió el ahumado y con él, otro aditivo conservante, el aldehído fórmico, presente en el humo de madera. Además extendió la cría del cerdo y nació una incipiente industria de la charcutería y la chacinería, y comercializó el arenque en salazón, que se transportaba en barricas de madera. En la alta Edad Media, la Europa del Norte, que venía produciendo cerveza en las casas de forma artesanal, abandonó en gran parte esta costumbre, para crear las primeras factorías industriales de cerveza y en este contexto, comenzaron a fabricarse industrialmente por primera vez, las variedades estándar de cerveza rubia y cerveza negra alrededor del año 1400.

La Europa de la Edad Moderna, implementa el ahumado del arenque y el salmón a gran escala, así como la salazón del bacalao. Comercializa productos como el café y el cacao, que importa de América, y fabrica el chocolate. Consume grandes cantidades de azúcar, cuyas propiedades conservantes conoce, para producir dulces, confituras y mermeladas. Se desarrolla la pesca de la ballena para obtener grasas y carne, además de otros productos.

En 1764, empieza a usarse en Reino Unido unas cajitas metálicas para contener tabaco que “esnifaban” los distinguidos ingleses. Quizás pueden considerarse los primeros envases de la era moderna para contener productos.

En la Europa de la Edad Moderna, se asienta el racionalismo científico que va a florecer en el siglo XIX y que va a influir decisivamente en los avances de la tecnología, pero la producción de alimentos seguía concerniendo a una gran mayoría de la población, que era rural y agrícola, o mantenía hábitos rurales.

 

3.- NICOLAS APPERT

La industria de la fabricación del envase metálico siempre ha estado ligada a la del envasado. Cualquier nuevo desarrollo de una, ha influido en la otra, de manera que sus historias están unidas, sobre todo en un  principio.  También la primera ha influido en el crecimiento de otras industrias, tales como la del acero, estaño, equipo, transporte. etc.

Aunque el envasado de productos alimenticios de fácil descomposición, ya se practicaba antes de la introducción de los envases metálicos, hasta que estos no entraron en escena, no hubo un desarrollo pujante del sector de la conserva, evolucionando el mismo hacia los métodos y tecnologías que hoy conocemos.

Los desarrollos empezaron en 1765, cuando Spallanzani en Italia consiguió preservar alimentos, calentando recipientes sellados herméticamente que contenían varios productos. Este descubrimiento no tuvo continuidad; hubo que esperar hasta 1795. En este año, la Convención  (nueva forma de Estado en Francia) acababa de poner coto al “Terror”, mandando a la guillotina a Robespierre y estaba enzarzada en guerras con media Europa (Holanda, Bélgica, Italia…). Esta organizó un concurso, en el que ofrecía 12.000 francos a aquel que proporcionara un procedimiento, que fuera capaz de mantener bien conservados los alimentos perecederos. Las necesidades de aprovisionamiento de sus ejércitos (al mando del de Italia ya descollaba Napoleón), iban a propiciar un importante descubrimiento. Una vez más, las nefastas guerras, serian las generadoras de grandes mejoras técnicas para la humanidad.

Nicolás Appert

Nicolás Appert, un repostero de París, se presentó al concurso y ganó, siéndole entregado el premio en 1809. El método de Appert consistió en poner carne, fruta, vegetales y pescado fresco ó cocido en botellas hermética- mente cerradas,  sumergiéndolas en agua hirviendo durante cierto tiempo

Su éxito lo propició el uso de tres factores: Una preparación apropiada del alimento, disponer de un recipiente a prueba de aire  y finalmente, el calentamiento del conjunto durante el tiempo y la temperatura adecuada. Appert era una persona metódica y guardó datos de los tiempos, las temperaturas y los procedimientos de los diferentes productos con los que trabajó y después publicó un libro sobre el tema. Los factores usados para el control del sistema, todavía hoy, siguen siendo validos para asegurar una buena operación de envasado. La conservación de alimentos tal como la conocemos ahora estaba en marcha.

4.- PRIMEROS ENVASADOS EN  HOJALATA

En 1810, Peter Durand en la Inglaterra de Jorge III, patentó la idea de usar recipientes de hojalata para desarrollar el procedimiento de Nicolás Appert. Presentaba múltiples ventajas: Fácil conducción del calor, ligereza, resistencia mecánica…. Un año después – 1811 – se registró en el mismo país, la primera operación comercial de envasado, usando para ello recipientes hechos de hojalata para contener carnes y verduras, destinados al almirantazgo ingles.  Bryan Donkin y John Jall fueron los pioneros que montaron el primer taller – en Bermondsey  – de conservas enlatadas para este destino.  Para 1818 la Royal Navy ya consumía  24.000 envases anuales. Hubo que esperar algunos años – hasta 1830 – para que los iniciales alimentos enlatados, apareciesen en las tiendas inglesas ya de forma habitual.

Las primeras utilizaciones comerciales fueron para contener galletas y bizcochos, inicialmente de hojalata desnuda – sin decorar -. Pasaron mas de treinta años -concretamente en el año 1866 – hasta que se presentaron en el mercado los primeros envases decorados.

Lata de la época

El envase metálico fue introducido en Norteamérica en el año 1817, como medio de conservación de alimentos. Fue el ingles William Underwood el que por estas fechas estableció la primera fábrica de conservas en Nueva Orleáns. No obstante, el bote de hojalata gozó de un desarrollo más bien discreto hasta el año 1861, cuando los veintitrés Estados norteños de la Unión, guerrearon con los once sureños de la Confederación, entonces se puso de manifiesto la gran utilidad de este sistema de conservación.

Es curioso, que en los comienzos de los envases metálicos, no se hubiera previsto el modo de abrirlos. Así, en el año 1812, los soldados británicos abrían sus latas con bayonetas y navajas, incluso con un disparo de fusil si estas fallaban.

Envases de este tipo, con una capacidad de 4 libras de alimentos, (sopas, ternera asada, zanahorias y pescado) fueron empleados por el explorador británico Sir William Perry, en su excursión al Polo Norte en 1824. Algunos de ellos fueron encontrados en 1938, es decir 114 años después y sus contenidos eran todavía comestibles. Sorprende leer en los mismos: “Córtese alrededor de la parte superior con un escoplo y un martillo” .Y es que seguía sin inventarse el abrelatas. Esto tiene una sencilla explicación: las primeras latas de conserva eran grandes y de gruesas paredes. En ciertas ocasiones pesaban más que los alimentos que contenían. La lata de carne utilizada por Sir William Parry pesaba, una vez vacía, cerca de medio kilo. Sólo cuando se generalizaron unos envases de acero más delgados y con un reborde alrededor de la parte superior – a finales de la década de 1850 –, el abrelatas tuvo la posibilidad de presentarse como un instrumento relativamente sencillo. El caso de Sir W. Perry y muchos otros de almacenamiento prolongado de alimentos enlatados han demostrado lo práctico de los recipientes metálicos.

El envasado, originariamente fue una industria agraria. Los primeros envasadores eran también fabricantes de envases, haciendo los mismos durante el invierno y llenándolos en la temporada de la recolección del producto. Según se fue extendiendo el conocimiento de las técnicas de envasado, fueron surgiendo en Europa y América talleres y fábricas de llenado, haciéndose intentos de enlatar casi todo lo que era comestible.

En 1852 R. C. Appert – sobrino de Nicolás Appert – introduce los primitivos autoclaves abiertos en el procesado de conservas. Uno de los productos más importantes a envasar era la leche condensada. Había una importante necesidad de este producto, sobre todo donde no existía leche fresca. El enlatado del mismo, que se inició a partir de 1856, bajo una patente de Gail Borden en Norteamerica, ayudó a disminuir la tasa de mortalidad infantil que era por entonces muy elevada. Cada empresa,  por su cuenta, trató de mejorar los procesos (condiciones de temperatura-tiempo) y los mismos se guardaban con gran secreto, pues suponían ventajas comerciales importantes. En aquella época, la figura del maestro conservero, tomó un gran relieve y era la persona clave del negocio. Básicamente este proceso consistía en introducir un cierto tiempo al “baño María”, (baño abierto de agua hirviendo a 100 grados centígrados), los envases convenientemente llenos y cerrados. El mismo tenia serias limitaciones, ya que con los alimentos de baja acidez (carnes y pescados), a esta temperatura no se conseguía matar ciertas bacterias.

En 1860, Louis Pasteur  en Francia, comprobó que a temperaturas más altas, era posible destruir las bacterias de descomposición de los alimentos,  permitiendo además reducir los tiempos de proceso. Esto llevó a Isaac Salomón  en  E. Unidos en 1861 a agregar cloruro de calcio al agua  del proceso, con lo cual era posible llegar hasta los 115 ºC.  en baño abierto. Ello acarreó ciertos problemas como: Incremento de envases reventados  al aumentar la presión interna con la temperatura (con el peligro consiguiente en la zona); descontrol de los parámetros durante el procedimiento, ya que al  evaporarse  el agua, la concentración del cloruro aumentaba y por consiguiente la temperatura de ebullición del baño, etc. A pesar de estas limitaciones, esta técnica se extendió entre las industrias de la época.

Un salto cualitativo fundamental, fue la aparición en el mercado del “autoclave”. Consistía en un recipiente que se cerraba herméticamente durante el proceso. Su gran aportación era subir la presión y temperatura de forma significativa, pero además con la posibilidad de ser reguladas a voluntad. La presión interior del envase y la exterior, se equilibraban mejor. Los primeros autoclaves fueron desarrollados por A.K. Shriver de Baltimore  (USA) en 1874. Este país vivía un periodo de paz y desarrollo, una vez terminada la guerra de Secesión entre el Norte y el Sur bajo la presidencia del general Grant, héroe de los nordistas.

Poco a poco muchos otros problemas tuvieron que ser resueltos, hasta dominar completamente la técnica del envasado de alimentos, pero el camino ya estaba marcado y  en los siguientes años se avanzó muy rápidamente. Con ello  se alcanzaron una serie de metas como fueron:

– Preservar los productos alimenticios perecederos

– Envasar en los tiempos de abundancia.

– Transportar adecuadamente los alimentos a puntos lejanos

– Disponer de ellos fuera de su temporada.

– Facilitar la preparación en el hogar

– Economizar costos

– Garantizar la calidad de los alimentos. 

5.- INICIO DE LA FABRICACIÓN  DE ENVASES

El comienzo de la fabricación de envases en forma industrial, fue la consecuencia lógica que siguió a los primeros intentos con éxito de preservar productos alimenticios perecederos, usando diferentes tipos de recipientes y con aportación de calor. El envase de hojalata, desarrollado por Durand en 1810, demostró que era la mejor solución – entre otras -como ya se ha comentado con anterioridad.

La dificultad mayor a salvar,  estaba en la hermeticidad del contenedor. Para asegurar la eficacia del proceso, se imponía garantizar que el aire no pudiera  entrar  en el interior. Esta condición era difícil de obtener cuando los envases se hacían a mano. Las láminas de hojalata disponibles para elaborar los mismos,  estaban recubiertas de una capa muy gruesa de estaño y el acero no tenía siempre una  uniformidad en su espesor y dureza. Obtener uniones herméticamente selladas con estos primeros materiales era realmente un arte.

Entremos en el detalle de cómo se realizaban estos  envases iniciales:

Cuerpos:

Los hojalateros de la época trazaban sobre la hoja metálica, el  rectángulo correspondiente al desarrollo del cilindro que conformaría el cuerpo, así como las circunferencias de las tapas y los cortaban  con cizallas manuales. Las plantillas de los cuerpos así definidas, se arrollaban alrededor de un tambor, superponiendo sus extremos unos 6 milímetros. A continuación soldaban  a mano esta zona, – con el clásico soldador que de niños vimos usar a los hojalateros ambulantes –  resultando una costura lateral.  Con posterioridad  a este tipo de costura se la llamó “solapada”.

Vieja enrrolladora

  Vieja engatilladora

En años posteriores se mejoró el procedimiento: el cuerpo se curvaba pasando las plantillas a través de un sistema de rodillos ó enrolladora. En 1861, Pellier en Francia obtuvo una patente de una maquina – engatilladota- que era capaz de preparar los extremos  a soldar, plegando los mismos y formando unos ganchos que una vez unidos y apretados se soldaban por el exterior

Como ya se ha dicho, inicialmente fueron los propios conserveros los que se fabricaban sus envases, pero poco a poco fueron apareciendo fabricantes de latas propiamente dichos. A ello contribuyó el desarrollo de maquinas especificas con un cierto grado de complejidad. Así en 1883 la empresa Norton Brothers Company de Chicago inventó  una formadora de cuerpos (bodymaker) semiautomática, con una soldadora de la costura lateral incorporada, llegando a alcanzar una capacidad de producción de 40 cuerpos/minuto. En menos de una década este equipo fue mejorado y ya fue capaz de rebasar los 100 cuerpos/minuto. La firma Norton Brothers fue creada en 1868 en Toledo (Ohio), inicialmente era una conservera de vegetales, que se fabricaba sus propios envases. Fue creciendo y especializándose en fabricación de los mismos, acabando, por montar fabricas dedicadas exclusivamente a este mercado.

Tapas:

Para hacer las tapas, los discos de hojalata se trazaban y cortaban más grandes que la abertura de los extremos del cuerpo, de manera que sus bordes se pudieran doblar para formar un “faldón”. Este se conseguía martillando con un mazo sobre un soporte llamado “formador”.  Para poder llenar el envase de alimentos, una de las tapas tenia en el centro un agujero de unos 35 milímetros, a través del cual se hacia esta operación. Después, el envasador procedía a soldar, sobre este orificio, un disco del mismo material que el fabricante del envase también le había suministrado.

En 1847, Allen Taylor en E.U. desarrolló una prensa  que con un útil adecuado, era capaz de hacer el faldón o pestaña  sobre el disco. A los pocos años, esta idea fue desarrollada de manera que ya se hacia simultáneamente el corte, la pestaña y el agujero de llenado sobre la tapa. Para ello fue preciso que Henry Evnas  idease la prensa de péndulo.

Unión cuerpo-tapa:

Para unir la tapa pestañada al cuerpo, este se colocaba en un soporte ó mandril, a continuación la tapa se insertaba en el extremo del cuerpo y  se soldaba el conjunto a mano.  El procedimiento era engorroso y lento. 

Debido a ello, su coste resultaba importante por lo que hubo intentos de hacerlos reutilizables, a base de reconstruir de nuevo el extremo abierto, rebajando su altura y colocándole una nueva tapa.  Este procedimiento prosperó más ó menos en función del país y de los productos a envasar. Lo cierto  es que estuvo más de medio siglo empleándose  en ciertas regiones, hasta que las normas sanitarias lo desterraron.

En 1859, se ideó hacer girar de manera inclinada al conjunto cuerpo-tapa,  introducida la zona  a soldar en un baño de soldadura. Con ello se consiguieron producciones de 1000 envases al dia y persona.

Veinte años después, aparecían las primeras maquinas, que desarrollando el principio anterior, colocaban automáticamente las tapas sobre los cuerpos y luego soldaban el conjunto, (introduciendo solo la zona a cerrar en un baño fundido haciendo girar  inclinado el envase, como ya se ha indicado). Así la aleación de soldadura únicamente se aplicaba al cierre, quedando la tapa limpia de  la misma. Algunos modelos de maquinas capaces de hacer esta operación fueron el “flotador Howe” y el”Little Joker” de Meriam.E

     Soldador de envases en una fabrica de Francia

Estos desarrollos, provocaron un aumento importante en la fabricación, que a su vez desencadenó problemas laborales, ya que muchos hojalateros especializados en la soldadura a mano, se quedaron sin trabajo.

En 1859, (cuando el Reino Unido tenia asegurada la primacía mundial bajo el reinado de la reina Victoria) Delaware en E.U. y en 1869 E.J. Bourgine en Inglaterra,  patentaron sendos modelos de cerradoras, que eran capaces de hacer un cierre en unas condiciones mecánicas que ya prefiguraban lo que ahora conocemos. Su introducción fue progresiva y para finales de siglo, los envases con cierres soldados y agujero en la tapa para el llenado, comenzaron a decaer, Por estos años (1858) se patentó el primer abrelatas, ideado por Ezra Warner en el estado de Connecticut, era un cachivache grande, con hoja de corte curva, que en nada se parecía a los en uso hoy día, pero ya era un instrumento especifico para este fin. Un poco más tarde, en 1866, J. Osterhoudt en Nueva York desarrolla en primer envase que puede abrirse con la ayuda de una llave engarzada en una legüeta. Este invento seria muy aplicado en las conservas cárnicas.

Desde el inicio de los envasados, se puso de manifiesto que la hojalata también tenía sus puntos débiles, dando lugar a ataque e incluso perforaciones sobre todo ante ciertos productos más agresivos. Los fabricantes, buscaron ayuda en la industria química y en el año 1868 empezó a usarse en Estados Unidos los primeros barnices interiores.

Por entonces surgen en Norte América, una serie de pequeñas empresas, que serán el germen, en los inicios del siguiente siglo, de toda una serie de potentes compañías. Por nombrar algunas, citaremos a:E. L. Parker (1851) en Baltimore, Dover Stamping (1857),  Somers Bros (1862) y S.A. Ilsley (1865) ambas en Brooklyn que formaran parte de Continental en 1920, Ginna Co. (1874) en Nueva York que seguiría el mismo camino, Campbell Co. (1880) en Waltham, un cuadro con un bote de esta firma pasaría a la historia, Acme Can (1880) en Philadelphia  que en 1936 se incorporaría a Crown. Ya casi terminando el siglo XIX- en 1892 – William Painter patenta el tapón corona – las populares chapas – como cierre para botellas y funda Crown Cork & Seal Company en Baltimore, sociedad que estaría llamada a ser líder mundial al final del siguiente siglo. Y tantas otras… pero seguir enumerándolas  haría muy árida esta narración.

Debido a que el contacto entre metal y metal, como el que se producía en los nuevos cierres, no era totalmente hermético,  se empezaron a usar distintos materiales derivados del papel (Regnauld en 1869) ó del caucho (Marguet en 1875), colocados entre los rebordes de la tapa y el cuerpo a cerrar. A finales de ese siglo, Charles Ams desarrolló el primer compuesto ó junta sellante liquida, que se comenzó a aplicar a mano en las tapas, pero al muy poco tiempo, Julius Brenzinger ponía  en marcha una maquina aplicadora  de este compuesto liquido, que seria la precursora  de las engomadoras automáticas de  alta velocidad de hoy día.

Desde el principio, el mercado americano se decantó por un tipo de bote bastante simple, de configuración cilíndrica, que adaptó a las diferentes utilizaciones (vegetales, carnes, etc.).

Europa también empieza a generar empresas importantes, en Alemania y en el año 1861 Erdman Kircheis en la ciudad de Ave/Saxony crea “Kircheis”, sociedad dedicada en un principio a fabricar equipos simples para trabajar con chapa metálica (cortadoras, dobladoras…). En 1880 crea un departamento especifico de maquinaria para envases. Su desarrollo es espectacular, siendo conocido en todo el mundo. Para 1922 más de 1200 operarios se dedicaban a la tarea de fabricar unos equipos excelentes  basados en un sinfín de patentes. Después de la Segunda Guerra Mundial, al quedar bajo control soviético – Alemania del Este – fue nacionalizada y tomó el nombre de VEB Blema. Aun así siguió produciendo un volumen muy importante de maquinas que cubría toda la gama a buen precio pero de baja calidad. Con la caída del muro de Berlín volvió a privatizarse bajo la denominación de Blema Kircheis.

 

En Europa continental, diferenciándose de América, el mercado en muchos casos optó por formas mucho mas variadas: cilindricas, tronco piramidales, prismáticas, ovales, etc. En ello se notaba los gustos mas refinados de la vieja Europa, que siempre pone el toce de distinción aun en las cosas mas normales.

 

 Así, sobre todo para el mercado de pescado y carnes, aparecieron envases no redondos, como por ejemplo  rectangular, oval, oblongo… Esto permitió presentar una gama mucho mayor de los mismos a los llenadores, que  la utilizaron para identificar más algunos alimentos con sus formas. Por ejemplo: las sardinas con la  rectangular, los mejillones  con la oval, etc.  La fabricación de dichos envases ha sido siempre más lenta, difícil y costosa  que los cilíndricos, dando lugar a equipos específicos más complejos.

 

Este tipo de envases, como hemos dicho fue muy empleado en la conserva de pescado, especialmente en toda la costa atlántica, desde los Países Escandinavos, pasando por los Países Bajos, Francia, España y hasta Portugal.  Los puertos pesqueros fueron origen de esta industria y así ciudades como Douardedez, El Havre, Nantes, Santoña, Vigo u Oporto conocieron en ese periodo el inicio de esta actividad.

 

En Suecia y Noruega se consolida una industria conservera de pescado, que demanda equipos adecuados. El sueco Henrik Jorgen Reinert desarrolla un nuevo tipo de cerradoras que mejoran la técnica de cerrado y monta a finales de siglo una sociedad para su construcción – “Reinert” – que pronto se acredita en toda Europa.

     Fabrica de envases para pescado – de forma rectangular – a finales del sigalo XIX en Francia

 

En 1892, Jules-Joseph Carnaud, que contaba 52 años y era propietario de un negocio parisino de hojalatería, se asocia con las Forgas de Basse- Indre y retoma una vieja fabrica de envases metálicos  (Saunier-Tessier) ubicada en Chantenay. Nace así JJ: Carnaud, que poco a poco se consolida, pasando a ser el principal fabricante de Francia y de los mayores del mundo. Pronto monta fabricas en la zona de Nantes y en el norte del país.

Pocos años antes, Alfred Rangot- de sobrenombre Pechiney – había creado también en Francia la compañía que lleva su apodo, concretamente en 1877. Inicialmente era una compañía química, que luego amplió su actividad al sector del aluminio y a otros. Con el tiempo será la compañía más importante de Francia. Aunque en este periodo nada tiene que ver con el mundo del embalaje, pero conviene dejar constancia de su nacimiento pues en el futuro será una pieza clave del mismo.

Acabando la centuria, Johann Andreas Schmalbach, pone en pie en Braunschwerg (Alemania) en el año 1898 una nueva empresa de envases, que será nominada con su apellido. Continuará un desarrollo creciente a lo largo del siguiente siglo. En el año 1967 se fusionará con  Lubeca Werke, en Lübech, generando una fuerte compañía con el nombre compuesto de ambas. Dos años más tarde será comprada por Continental Can, tomando el nombre de Continental Europa.

El siglo XIX tocaba a su fin, dejando ya colocados los cimientos de lo que seria la industria metalgrafica a lo largo del  siguiente.  Otros cimientos estaban también colocándose por estos años: Alemania se definía como una gran potencia industrial y empezaba a tener fricciones con las potencias tradicionales del  siglo que terminaba, que habían basado su fortaleza en el colonialismo (Inglaterra y Francia).  Nubarrones de guerra empezaban a aparecer por el horizonte.

Volver a Varios Mundo Latas