El espacio de cabeza mínimo en las latas de alimentación debe ser de unos 4 a 5 mm, dependiendo de la altura del recipiente, para prevenir residuos de alimento en la zona del sellado y evitar deformación de las pestañas. Además, es conveniente dejar un espacio de cabeza que se corresponda al menos con el 6% de la capacidad (volumen) del envase (nunca inferior al 5%) para permitir la dilatación del contenido durante el tratamiento térmico y la correcta formación del vacío deseado.