El encarecimiento del aceite de oliva está causando inquietud en el sector agroalimentario español, particularmente en lo que respecta a la industria conservera. Si se mantiene este incremento en los precios, la producción española podría verse seriamente afectada.
España es una fuerza destacada dentro del sector conservero ya que exporta más de la mitad de su producción. Además, la pandemia consiguió revitalizar el comercio interno, también crecían las exportaciones por la mejor posición de España para abastecer a Europa que Asia en algunos momentos de crisis. Esto incrementó el comercio exterior un 15,7%, superando de esta forma los 1.000 millones de euros en ingresos por esta vía por primera vez en la historia del sector.
Además, todo ello permitió al sector incrementar su actividad industrial en 2020 en términos generales (+2%), según datos de Anfaco-Cecopesca, superando así el impacto del cierre de la hostelería en España y en el exterior, que ha obligado a los operadores especializados en este canal a buscar nuevas vías de expansión.
Pese a los buenos resultados alcanzados en los últimos años, con el precio del aceite de oliva disparado, el sector de las conservas de pescado y marisco prevé una campaña complicada. En concreto, el precio del aceite ha subido un 85% en el último año y eso ha obligado a las conserveras a subir precios. Como consecuencia, el consumo se ha hundido un 10%.
Se nota en los lineales de los supermercados, los precios de las conservas han subido un 15% en el último año. Un incremento que se mantendrá cuando los conserveros repercutan la subida del aceite que han pagado recientemente, tres veces más caro que hace un año. España produce al año 300.000 toneladas de conserva de pescado y marisco, y el 50% llevan aceite de oliva. El consumo ya ha caído un 10% y los productores estudian otras fórmulas, como nuevas formas de presentación o tamaños.
Pese a todo hay un hilo de esperanza. Los expertos esperan que este año la campaña del aceite no sea tan escasa como se pensaba. Se estima que las cifras podrían cerrar en torno a 660.000 toneladas, un poco bajas respecto al año pasado, pero se espera que con suerte las lluvias de otoño puedan elevar el promedio. Pese a todo, el sector conservero se está viendo lastrado con la subida también del aceite de girasol que arrastra por la guerra de Ucrania y que seguirá repercutiendo de manera directa en el bolsillo del consumidor.