Hasta la invención del primer abrelatas, las primeras latas eran muy pesadas y con gruesas paredes, lo que suponía un gran esfuerzo para abrirlas. Hasta la invención del primer abrelatas, las latas se tenían que abrir a martillazos, a golpe o con un objeto afilado. Los primeros abrelatas aparecieron en la década de 1850 pero eran muy aparatosos y pesados. Algunos fueron muy populares, como los decorados con una cabeza y cola de toro, que se repartían con las latas de una carne de vacuno.

 

Todo cambio en 1906, gracias al gallego José Valle Armesto, quien tuvo la genial idea de inventar el abrelatas moderno.  En 1905, Valle se asienta en Gijón donde junto a un socio capitalista, compra una nave industrial. Desde 1906 se dedica única y exclusivamente a la fabricación del abrelatas de bolsillo moderno bautizado con el nombre comercial de ‘El explorador español’.

Con un diseño sorprendentemente sencillo, solo tres piezas metálicas combinadas de una ingeniosa manera, lo convertía en un instrumento tan fácil de fabricar como de usar, almacenar o transportar. Además, podía usarse para cuatro funciones distintas: abrir latas, destornillador, abrir botellas con tapón de corona y perforar envases dejando un pequeño orificio por el que extraer su contenido.

En cuanto al diseño, en la parte más ancha se le añadió la imagen grabada de un excursionista, que, en origen, era el principal beneficiario del invento, y en la parte superior, incrustadas en una rueda de un engranaje mecánico, aparecía las tres iniciales del nombre de su creador, JVA.

Valle nunca escatimó en publicidad, sus anuncios eran habituales en la prensa nacional hablando sobre su gran invento. En algunos anuncios se podía leer: El abrelatas de bolsillo, el Explorador Español que salva de muchos apuros, el más práctico y sencillo de los abrelatas, o el amigo del excursionista.  En definitiva, cumplía su misión a las mil maravillas.

 

Durante los 54 años que sobrevivió a su creación, José nunca dejó de acudir a su fábrica para revisar personalmente la producción, pero el paso de los años dejó obsoleta la producción, y José Valle Armesto SA acabaría cerrando definitivamente a finales de la década de 1960.

La última renovación de la patente de ‘El Explorador Español’ en la Oficina Española de Patentes y Marcas se produjo el 31 de agosto de 1966. Sin ningún género de duda, su pequeño gran invento sigue hoy en día haciendo la vida más fácil a miles de personas en todo el mundo.