La destilería argentina Aconcagua acaba de revolucionar el sector de bebidas al sacar al mercado un gin tonic en una botella de aluminio de 355 ml producida por Trivium Packaging.

Con un packaging llamativo y cuidado, el diseño del empaque metálico presenta la silueta inconfundible de la montaña más alta de América, el Monte Aconcagua, en los Andes. La marca ha valorado la cada vez mayor demanda de este tipo de envases por sus numerosas ventajas al ser sostenible y garantizar al mismo tiempo una mayor protección de los productos en su interior, así como su infinita reciclabilidad.

Precisamente, el gin tonic se convirtió desde hace algún tiempo en uno de los cocteles favoritos de las barras en todo el mundo y uno de los más preparados en los hogares. Junto con esa creciente tendencia consumo, se destapó a nivel local el furor por la fabricación de ese destilado que suma a ritmo vertiginoso nuevas marcas nacionales que además ganan premios en el exterior. También nuevos formatos que centren la atención de los consumidores por la dura competencia existente en los canales de distribución.

«Es una tendencia que vino y una actividad que se está instalando para quedarse. Van a ver actores que no van a poder quedar al final. Parecido a lo que pasó con la cerveza artesanal. Los que empezaron con buen equipamiento y técnica desde el principio pudieron sortear la crisis. Lo lindo es que está surgiendo una actividad en Argentina que hace 20 años atrás que cuando empezamos era impensada», comenta Walter Hilbing, presidente de una de las destilerías pioneras, que lleva su apellido y está ubicada en Mendoza.