La lata de bebidas ha cumplido 90 años demostrando una gran adaptación en el tiempo a las necesidades de envasadores y consumidores con nuevas formas, tamaños, impresiones e innovaciones tecnológicas.
Los primeros intentos de envasar cerveza datan de comienzos del siglo XX. No es hasta enero de 1935 cuando aparece la primera lata de cerveza comercial, lo que generó un interés por el desarrollo de ese envase tan ligero y transportable que, además, ofrecía una importante superficie decorable. Algo que para las marcas ya suponía una diferenciación entre sus competidores. Las primeras latas tenían cuello y cierre de tapón corona. Muy pronto se dieron cuenta de las ventajas del cierre plano. Por eso, las primeras latas de bebidas con tapa plana comenzaron a abrirse con un abrelatas especial con forma de pico que perforaba dos agujeros más o menos triangulares.
Poco después, se adoptó el fondo abovedado que mejoraba la resistencia a la presión interna. En 1939 se lanzó una lata de dos piezas llamada “Crowntainer”. Esta lata, que siguió su uso hasta más o menos 1950, supone el antecedente de las latas actuales.
El mercado de refrescos comenzó a experimentar en lata alrededor de 1938. Tan sólo una década después algunas compañías se interesaron por este envase. Será en 1953 cuando aparezcan refrescos de cola en lata en el mercado americano, iniciándose así la aparición de latas de refrescos. En España, la lata de bebidas llega en el año 1966, concretamente cuando Cervezas Cruz Blanca lanza al mercado una nueva marca: Skol international Lager, bajo cesión de la firma inglesa IND. Coope Ltd.
Si hay algo que la lata de bebidas ha demostrado a lo largo de todo este tiempo, es su capacidad de adaptación según las necesidades del consumidor. En la década de los 70 aparecen las latas de dos piezas que se fabricaban gracias a un proceso de embutición de un círculo troquelado de una bobina de metal.
En el año 1997 comienzan a fabricarse tapas con una apertura más grande, lo que hacía más fácil el vertido del contenido o consumo directo del envase. Otras novedades que ha experimentado este envase a lo largo de estos años son las anillas coloreadas, las técnicas láser de impresión, las tintas termosensibles que indican cuando se ha alcanzado la temperatura ideal de consumo o incluso pigmentos que responden con imágenes sorprendentes ante ciertos tipos de iluminación.
También hay latas de muy distintos tamaños y formas o con la superficie en relieve. Pero sin duda, además de la ligereza alcanzada por la lata, otra de sus grandes innovaciones desde el punto de vista medioambiental, es cuando a finales de los años 80 dispone de un dispositivo de apertura en el que la anilla no se separa del envase, lo que permite recuperar la lata vacía en su integridad.
Mercedes Gómez, directora de la Asociación de Latas de Bebidas destaca la funcionabilidad y sostenibilidad del envase, cuya meta es reciclar hasta el 90% en el año 2030.