En cualquier fábrica de latas de dos piezas, la mayor parte del consumo eléctrico —y, por tanto, la mayor parte de la factura energética— proviene de los compresores de aire y las bombas de vacío. Estos dos servicios dominan el consumo de energía, lo que los convierte en los más críticos para monitorear y optimizar.
En recientes eventos de la industria de latas en Europa —la Conferencia CanMaker (Barcelona, noviembre de 2024) y el CanTech Grand Tour (Bruselas, abril de 2025)— los participantes escucharon una presentación convincente de la Sra. K. Kazaschka, directora ejecutiva de Metal Packaging Europe (MPE). Ella presentó el Acuerdo Industrial Limpio de la UE y explicó cómo este apoya el más amplio Pacto Verde, cuyo objetivo es transformar la economía europea en un sistema climáticamente neutro y eficiente en el uso de recursos para 2025.
Esto hace que analizar las emisiones de CO₂ por kilovatio-hora (kWh) en la producción de latas no solo sea práctico, sino urgente. Reducir el consumo de energía disminuye tanto los costos como el impacto ambiental. Dado el alto requerimiento energético del equipo neumático, es esencial evaluar con precisión su eficiencia a largo plazo.
Elegir el Equipo Adecuado
Entre los muchos fabricantes globales de compresores y bombas de vacío, solo unos pocos demuestran un compromiso genuino con la responsabilidad ambiental. Estas empresas diseñan máquinas con eficiencia energética duradera y ofrecen garantías extendidas —algunas de hasta 10 años— no solo por el rendimiento, sino por la eficiencia misma.
Durabilidad, Rendimiento y Eficiencia: Conceptos Fundamentales
La durabilidad se mide a lo largo del tiempo; la eficiencia energética, sin embargo, no depende del tiempo. Los catálogos de productos y las garantías legales estándar, a menudo limitadas a uno o dos años, ofrecen poca seguridad a largo plazo. Aunque el rendimiento de una máquina pueda parecer constante con el tiempo, la pregunta crucial permanece: ¿mantiene la misma eficiencia energética que tenía al momento de su instalación?
En el contexto industrial actual —donde la sostenibilidad no solo es una prioridad ambiental, sino también social— los fabricantes deben adoptar un enfoque responsable. En este artículo, nos centramos en un indicador ambiental clave: las emisiones de CO₂, uno de los principales impulsores del calentamiento global.
Una de las estrategias más efectivas para reducir las emisiones de CO₂ es minimizar el consumo energético. Para equipos con alta demanda de energía, como los compresores y las bombas de vacío, la eficiencia energética a largo plazo es esencial para mantener el uso de electricidad en proporción a la capacidad de producción. La urgencia ambiental no es nueva. Ya a finales del siglo XX, los científicos emitieron advertencias graves sobre el desequilibrio ecológico global. Dado que la Tierra tiene 4.500 millones de años, resulta impactante que solo 200 años de civilización industrial hayan alterado sustancialmente el clima del planeta. Con una esperanza de vida humana de alrededor de 80 años, esta carga de responsabilidad recae únicamente en las últimas generaciones.
Un Legado de Excelencia en Ingeniería
El nombre Pneumofore, derivado del griego antiguo —pneuma (aire) y phoros (portador)— refleja la identidad de la empresa. Desde su fundación en 1923 por ingenieros suizos, Pneumofore se ha mantenido fiel a su enfoque en la tecnología de paletas rotativas para bombas de vacío industriales y compresores de aire.
A diferencia de sus competidores diversificados, el compromiso de Pneumofore con una sola tecnología ha permitido una especialización profunda, y con ello, la confianza para ofrecer una garantía de 10 años sobre la eficiencia energética. La evaluación del rendimiento de las bombas de vacío y los compresores depende de la relación entre la potencia absorbida (kW o hp) y la capacidad de salida (m³/h o cfm). Si esta relación se mantiene estable, la eficiencia se conserva. Si el consumo de energía aumenta mientras que la producción se mantiene igual, la eficiencia energética ha disminuido, lo que a menudo indica la necesidad de reacondicionar la unidad de bombeo, el núcleo de la máquina. Esta disminución de la eficiencia energética incrementa tanto las emisiones de CO₂ como los costos eléctricos para el cliente.
CO₂ y Temperatura Global
Reducir las emisiones de CO₂ es más que una meta ética: es un imperativo con base científica. Agencias de toda Europa¹ y Estados Unidos² siguen monitoreando las temperaturas globales. Un aumento de 1,5 °C —ya una realidad registrada— conlleva consecuencias graves: pérdida de biodiversidad, derretimiento del hielo polar, fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, huracanes, sequías) y mayores riesgos para la salud asociados con la contaminación del aire.
La Relación entre kWh y CO₂
Los datos públicos muestran que, en promedio, 1 kWh de electricidad consumida equivale a 0,5 kg de emisiones de CO₂, aunque en algunas estimaciones globales esta cifra alcanza 1 kg/kWh. Por ejemplo, según los Factores de Conversión del Gobierno del Reino Unido para el Informe de Gases de Efecto Invernadero (2023), el factor de carbono es de 0,207 kg de CO₂ por kWh. La industria en el Reino Unido está incentivada a reducir emisiones, recibiendo 64,90 £ por tonelada de CO₂ ahorrada —o aproximadamente 78 € por cada 1.000 kg de CO₂, lo que equivale a una reducción de 2.700 kWh.
Cabe señalar que los datos de conversión de emisiones a menudo van por detrás del desarrollo industrial debido a la complejidad política y regulatoria, especialmente dentro de la Unión Europea de 27 miembros, donde la armonización y las actualizaciones son más lentas de implementar.
kWh y Costo: Una Comparación Global
Los precios de la electricidad varían a nivel mundial, en gran medida en función de los métodos de producción. A modo de comparación:
- China: 0,08 €/kWh
- Francia: 0,16 €/kWh
- Alemania: 0,23 €/kWh
- Italia: 0,30 €/kWh
- Reino Unido: 0,39 €/kWh
Está claro que la eficiencia energética no es solo un imperativo ecológico, sino también una ventaja económica.
En un mercado donde los fabricantes asiáticos se benefician de menores costos laborales, los productores europeos deben invertir fuertemente en I+D y calidad de ingeniería para seguir siendo competitivos.