Científicos argentinos han conseguido crear, utilizando dos latas de conserva y tubos para chimeneas comunes, un reactor químico que convierte madera en carbón con el que seguir investigando sobre descontaminación de agua y almacenamiento de energía y así abaratar costes
Reducir los gastos al máximo. Esta es la premisa que han seguido los investigadores Pablo Arnal y Leonel Long, investigador y becario del Conicet, respectivamente, en el Centro de Tecnología de Recursos Minerales y Cerámica (Cetmic, Conicet-UNLP-Cicpba) en Argentina, hasta lograr crear un reactor económico y respetuoso con el medio ambiente.
En concreto se trata de un horno que convierte la madera en carbón en tiempo récord, cumpliendo la misma función que el costoso equipamiento requerido por los métodos convencionales empleados para llevar adelante este procedimiento químico.
El dispositivo logrado por los científicos, utilizando dos latas de conserva, una chapa mediana y tubos de chimenea comunes, produce 200 gramos de carbón con cada puesta. Dedicados al estudio de nuevos métodos de descontaminación de aguas, ambos investigadores se topaban siempre con el mismo problema: los altos costos de obtener el carbón vegetal, un material muy preciado para quienes investigan en este tema por su estructura abierta de poros grandes a distintos niveles, altamente eficiente a la hora de capturar y retener distintas sustancias tóxicas del medio líquido.
“El sistema del que hablamos sirve para convertir la biomasa, es decir la energía que puede obtenerse de la materia orgánica, como por ejemplo el tronco de un árbol, sus hojas y restos de poda o de actividades agropecuarias e, incluso, los huesos de seres vivos, en carbón vegetal», explica Arnal. Sus autores califican este avance de “muy importante” ya que ayudará a ampliar nuevas y numerosas líneas de investigación en el país que hoy se ven obstaculizadas casi exclusivamente debido a las trabas en el acceso a la materia prima.
Normalmente, esta conversión se realiza en un laboratorio mediante un reactor químico que consiste en un horno tubular de vidrio de cuarzo que de un lado recibe un gas inerte, que puede ser argón, helio o nitrógeno, ubicado dentro de un tambor que se calienta y en el que se inserta el material a carbonizar.
«El argón y el helio son carísimos y el proceso es muy complejo. Además, al final se obtiene apenas 1 gramo de carbón vegetal, algo que nos obliga a repetir el procedimiento varias veces si queremos hacer un estudio estadísticamente sólido», añade Long. El desarrollo del sistema casero ha sido publicado por la prestigiosa revista científica Chemistry-Methods, según la entidad de investigación científica.