APLASTAR LAS LATAS NO DIFICULTA SU RECICLADO
La Asociación de Latas de Bebidas asegura que esto no supone ningún problema en España para las plantas de reciclaje y recomienda hacerlo para ahorrar espacio
Cuando vamos a tirar las latas al contenedor amarillo muchos no las aplastan porque creen que dificulta su reciclaje. Esta cuestión de aplastar o no las latas o dejar de hacerlo debería ser simplemente una mera anécdota si no fuera por una cuestión más relevante para el reciclaje, el espacio.
Según Juan Ramón Meléndez, director de la Asociación de Latas de Bebidas “la principal pega que pone la gente hoy en día a la hora de separar residuos es el espacio que ocupan los distintos contenedores de reciclaje por lo que aplastar las latas es algo que contribuye a hacerlo más manejable, especialmente en los casos en los que se acumula gran cantidad de latas”.
La principal demostración de que no tiene ningún sentido poner cuidado en no aplastar los envases metálicos es que estos envases serán volcados en un camión compactador de basura donde serán aplastados para ocupar menos sitio.
Lo más importantes sigue siendo tirar estos envases en el contenedor correcto, el amarillo y desde ahí se estima que tardará alrededor de un meses en volver al mercado en forma de una lata nueva. Estos metales en lugar de producirlos desde cero supone ahorros de energía de entre un 70% y 90%. En este viaje desde el contenedor amarrillo al horno de fundición, el punto clave ocurre en la cinta transportadora de la planta de selección, cuando hay que separar estas latas del resto de residuos de envases.
Como detalla Meléndez, “estén aplastadas o no, recuperar las latas en esta parte del proceso no supone dificultad en las plantas de selección de España y casi toda Europa, para lo que se utilizan dos sistemas: electroimanes y corrientes de Foucault”.
“Si uno coloca un imán cerca de una lata de conservas de hojalata o una lata de bebidas de acero, comprobará cómo se produce una atracción”, detalla. Este mismo sistema es el que utilizan los electroimanes de una planta de selección para pescar todo lo que sea de acero, por muy pequeño que sea. En cuanto al aluminio, que no es magnético, y del que están hechas hoy el 75% de las latas de bebidas, se recoge con un mecanismo denominado corriente de foucault: una corriente de inducción que lo que hace es cargar eléctricamente ese envase para que sea repelido de la cinta transportadora al llegar a un determinado punto.
“La máquina que criba los residuos al comienzo de su viaje según su tamaño Incluso si se cuela al principio por el trómel. La lata irá a una sección de elementos pequeños donde también actuarán los electroimanes y las corrientes de foucault”, añade el director de la Asociación de Latas de Bebidas. “Aquí tampoco supone ningún problema que esté compactado”, concluye Meléndez.