El aluminio podría convertirse en el próximo metal estratégico dentro del auge de las materias primas, según se asegura el Wall Street Journal. Mientras oro supera los 4.000 USD por onza y el platino sube un 80% en lo que va de año, el aluminio, históricamente subestimado, empieza a atraer interés por su papel en la transición energética y la industria tecnológica.
Actualmente, el aluminio es uno de los cuatro metales esenciales para nuevas fuentes de energía, junto con cobre, litio y acero, según asegura el conglomerado de medios Bloomberg. Su demanda crece especialmente en vehículos eléctricos (EV), que contienen hasta 150 libras más de aluminio que los autos de combustión interna, y en la energía solar, siendo el segundo metal más usado después del acero. También se utiliza en líneas de energía, centros de datos y en componentes de automóviles como la Ford F-150, cuya carrocería mayormente de aluminio reduce peso y aumenta eficiencia.
A nivel global, la oferta de aluminio ha estado en exceso durante décadas, impulsada por la expansión de China con energía barata de carbón. Esto mantuvo los precios relativamente bajos: el aluminio subió un 44% en 20 años, frente a un incremento superior al 160% del cobre. Sin embargo, China se acerca a su límite de capacidad anual autoimpuesto de 45 millones de toneladas, lo que podría generar un déficit global de 1,4 millones de toneladas (2% del consumo primario) a partir de 2027, según Citi; Wood Mackenzie prevé déficits a partir de 2028 durante cinco años.
La producción de aluminio es intensiva en electricidad: un smelter moderno consume tanta energía al año como ciudades como Boston o Nashville. Esto limita la expansión, incluso en EE. UU., donde los altos costos energéticos y la competencia con empresas tecnológicas que pagan más de 100 USD/MWh dificultan que Alcoa y otros smelters operen de manera rentable (necesitan ~30 USD/MWh). La chatarra de aluminio ayuda, pero requiere combinarse con aluminio primario para cumplir estándares de calidad.
El aluminio también se beneficia de la subida del cobre: actualmente el cobre cuesta 3,9 veces más que el aluminio, lo que podría incentivar sustituciones industriales. Los productores de aluminio como Alcoa y Norsk Hydro cotizan a múltiplos de ganancias más bajos que compañías centradas en cobre, mostrando un potencial de inversión atractivo.
Con la combinación de creciente demanda en energía limpia, vehículos eléctricos e infraestructura tecnológica, junto con limitaciones de oferta y altos costos de energía, el aluminio se perfila como el siguiente metal clave dentro del ciclo alcista de commodities.












