Las primeras latas de conservas surgieron durante las campañas militares de Napoleón y las expediciones al Ártico en el siglo XIX, sin embargo, debido a su composición en plomo, eran perjudiciales para la salud. A pesar de esto, hoy en día se encuentran presentes en todo el mundo.

En la década de 1960, el artista Andy Warhol transformó las latas de conserva en íconos del Arte Pop, especialmente las Sopas Campbell’s que pasaron de ser un simple producto de cocina a una figura famosa. Sin embargo, la historia de las latas se remonta casi 150 años atrás y su fabricación original a finales del siglo XIX junto con los avances científicos como los de Pasteur fueron fundamentales para mejorar la conservación y alimentación de las tropas militares durante los siglos XIX y XX.

Durante la época romana, el aprovisionamiento de alimentos para las legiones era un problema ya que podía afectar los recursos de la región. Esto se puede observar en las tablillas encontradas en Vindolanda cerca del muro de Adriano, donde se registraba una lista de alimentos que debían obtenerse, como habas trituradas, pollo, huevos, queso y cereales. Además, en el Código Teodosiano del año 360 d.C se especificaba que las tropas en movimiento debían recibir pan duro (conocido como «bucellatum»), vino ácido y ordinario, así como carne salada de cerdo y cordero.

De acuerdo al estudio realizado por Michel Prestwich sobre la guerra y las campañas medievales, en este periodo no existían rutas gastronómicas ni una variedad de alimentos para los soldados. La dieta consistía principalmente en carne seca y galletas de pan duro, según lo señalado en el análisis basado en la experiencia de los contingentes ingleses.

Durante las batallas en el Norte de África y Flandes, los tercios españoles no tenían una alimentación variada. Su principal fuente de alimento era el «pan de munición», que estaba hecho oficialmente con trigo y centeno, pero en realidad contenía restos de todo tipo como trigo sin moler y yeso. Esto provocaba enfermedades e incluso epidemias entre los soldados, lo cual ha sido documentado por el experto en historia hispana Geoffrey Parker en su estudio sobre los ejércitos en Flandes.

Durante el año 1795, Francia se encontraba en medio de una guerra y tanto sus soldados como su población sufrían de escasez de alimentos. Aunque lograban ganar batallas en Europa, las trincheras eran diezmadas por enfermedades como el escorbuto debido a la falta de una dieta adecuada, basada principalmente en carne y pan ya que no había forma de conservar alimentos frescos. Consciente de esta problemática, el Directorio del gobierno francés (1795-1799) creado después del Reinado del Terror (1793-1794) durante la Revolución Francesa, decidió lanzar un concurso con un premio de 12.000 francos para aquel ciudadano que pudiera encontrar un sistema efectivo para preservar los alimentos y permitir su transporte durante las campañas militares.

Napoleón, quien se estaba volviendo cada vez más famoso, entendía la importancia de alimentar bien a los ejércitos en sus viajes, ya que él mismo había perdido soldados tanto por enfermedades como por la guerra.

En el año 1810, Nicolás Appert obtuvo un premio por sus experimentos con el envasado de alimentos. Appert era un cocinero y destilador que utilizaba botellas de vidrio con tapones de corcho y alambre sellados con lacre para guardar carnes y verduras, las cuales luego eran hervidas durante 12 horas. Con el dinero del premio, pudo construir una fábrica para continuar con su técnica de envasado, pero esta fue incendiada en 1814.

Después de Louis Appert, el empresario Peter Durand de origen británico se interesó en el proceso de envasado al vacío y lo patentó en 1810. Su método consistía en utilizar frascos cilíndricos de hierro forjado cubiertos con acero bañado en estaño y sellados herméticamente con plomo, lo cual fue adoptado rápidamente por la armada británica.

El señor Durand decidió vender su patente por 1000 libras a los dueños de la fundición de hierro de Dartford, Bryan Donkin y John Hall. Estos hombres comenzaron a producir latas cubiertas con una combinación de hierro y estaño, y más tarde utilizaron acero en su fabricación. Con el tiempo, perfeccionaron la técnica en la producción de estas latas.

En el año 1813, Donkin y Hall hicieron una prueba enviando latas de alimentos al ejército y la marina británica. Cinco años después, en 1818, la Marina Real ya estaba consumiendo 24.000 latas de alimentos al año.

En el año 1845, una expedición liderada por Sir John Franklin y patrocinada por la marina británica partió de Londres en busca del Paso del Noroeste, una ruta que permitía rodear el continente americano por el norte. La expedición estaba compuesta por dos grandes barcos, el Erebus y el Terror. Sin embargo, debido al invierno polar, la expedición quedó atrapada y nunca se volvió a tener noticias de ellos. Lady Franklin, esposa del capitán, organizó más de treinta campañas en su búsqueda pero sin éxito.

En 1986, se descubrió que tres marineros que habían estado en un ambiente helado no murieron por el frío, sino por haber ingerido plomo a través de conservas en mal estado. Para probar su eficacia, en 1958 se abrieron latas antiguas en una Asociación británica de investigaciones alimentarias, y una de ellas provenía del barco Félix que había participado en la búsqueda del Capitán Sir John Franklin. A pesar de ser muy duras y difíciles de abrir con punzón y martillo, estas primeras latas demostraron ser efectivas para mantener la grasa en perfecto estado. Sin embargo, su apertura podía causar cortes y heridas debido a su composición compacta.

Aunque la comida enlatada era conocida desde hace mucho tiempo, no fue hasta 1855 cuando Robert Yates inventó un abridor de latas que facilitaba su apertura. Después, en 1866, J. Osterhoudt creó un envase con una llave engarzada para abrirlo, lo que permitió que la demanda de estos alimentos creciera rápidamente. La necesidad de comida enlatada se incrementó a finales del siglo XIX debido a conflictos como la Guerra de Crimea, la Guerra Civil Estadounidense y la Guerra Franco-Prusiana, lo que llevó a las compañías envasadoras a expandir sus negocios.

Durante la década de los años 60 del siglo XX, hubo cuestionamientos sobre el uso del estaño-plomo para sellar latas, lo que llevó a buscar un sistema alternativo utilizando soldadura eléctrica. No fue hasta 1962 cuando Ermal Cleon Fraze inventó la lengüeta pre cortada, conocida como ring pull, que se implementó en todo tipo de latas bajo el nombre de «abre fácil». Este sistema permitió abrir las latas con mayor seguridad para nuestros dedos.