Las patatas Bonilla a la Vista siguen dando que hablar. The New York Times ha destacado recientemene el sabor y la textura del producto —«supercrujiente y casi hojaldrada», dice—. Sin embargo, también guarda un espacio para reconocer la belleza y utilidad del envase. «Vienen en una lata de 25 centimetros de alto con un aspecto fresco que las mantiene frescas durante mucho tiempo y se pueden reutilizar para todo tipo de cosas (tiza para aceras, galletas caseras, cables de carga viejos, lo que sea)».
Diego García, director de Márketing de la compañía coruñesa, explica que estas patatas siempre se han comercializado en lata. La familia Bonilla freía las patatas y se repartían en los establecimientos compradores. Al día siguiente se recogían las latas y se repetía el proceso. La lata garantizaba una mejor conservación del producto, tanto de sabor como de textura, y las hojas llegaban en mejores condiciones.
Aunque más tarde surgieron las bolsas, el envase metálico siguió utilizándose de manera ininterrumpida. «Antiguamente eran rectangulares; posteriormente se hicieron en forma de cubo, como la actual, y prácticamente desde 1988 el diseño se varió mínimamente». Una decisión que les ha permitido ahora cosechar éxito internacional. «El formato lata siempre estuvo ahí y fue adquiriendo dimensión y peso a medida que se abrían mercados, desde el 2012: Londres, Nueva York, Madrid, Barcelona… Lo que realmente llamaba la atención y lo que la gente se preguntaba era: ¿por qué en lata? En Corea únicamente querían las latas, hasta ahora en EE.UU.», añade el director de Márketing.
Actualmente, la lata de Bonilla a la Vista está presente en más de 29 países.