El aluminio es un metal estratégico que requiere mucha energía y el gas es el principal combustible para producirlo. Rusia es también un importante productor de aluminio y la amenaza de las sanciones de Estados Unidos y otros países occidentales a Moscú si ataca a Ucrania ha intensificado la preocupación en torno al suministro de aluminio a nivel global.
El aluminio se encuentra en máximos históricos algo que no ocurría desde 2008. Rusia es el mayor productor de aluminio fuera de China con alrededor del 13% del mercado. El miedo a que finalmente el gasoducto Nord Stream 2 se cierre ha hecho que el aluminio suba vertiginosamente. Desde finales del pasado mes de noviembre, los precios han ido subiendo hasta alcanzar un 7% en diciembre y casi un 11% desde comienzos de 2022.
En el caso del viejo continente, Europa ha perdido más de 650.000 toneladas de capacidad de producción anual desde que comenzara la subida de los precios de la energía en octubre, según European Aluminium. El aluminio ha subido hasta alcanzar los 3.170 dólares por tonelada, tras registrar su cota más alta desde el 19 de octubre en 3.172 dólares. Las reservas de aluminio de los almacenes autorizados de la LME cayeron a 768.250 toneladas, su nivel más bajo desde febrero de 2007.
La escasa oferta de aluminio ha creado problemas a la industria de la construcción y a los fabricantes de bebidas, que han tenido problemas para conseguir suficientes latas de aluminio, como, por ejemplo, Monster Beverage que tuvo problemas hace unos meses para satisfacer plenamente el aumento de la demanda.
Por su parte, la producción de aluminio de China, que representa cerca del 57% del total mundial, se ha visto afectada por nuevas políticas ambientales. El Gobierno de Xi Jingping está presionando a las empresas contaminantes para disminuir las emisiones y ahorrar energía de cara al 2060, por lo que las mineras han visto su producción afectada. En la fabricación de aluminio se emiten a la atmósfera grandes cantidades de vapores de alquitrán, dióxido de azufre y fluoramina, además de demandar mucho consumo de energía.
Por otra parte, un golpe de estado en Guinea el pasado año también ha disparado las alertas en el mercado. Este país es el segundo productor de bauxita, una de las principales fuentes de las que se extrae el aluminio, por lo que la paralización de sus exportaciones podría afectar profundamente el suministro mundial.
Pese a todo, los fabricantes de latas de aluminio han invertido en nuevos proyectos para aumentar su capacidad. En Estados Unidos, el pasado septiembre, Ball Corporation anunció que construiría una planta de envasado por valor de 290 millones de dólares en Nevada. Pero como no se espera que la planta entre en funcionamiento hasta finales de 2022, la empresa predice que la demanda seguirá superando la oferta a corto plazo.
Los precios del aluminio en los mercados internacionales continúan en máximos y la tendencia parece que sigue en alza. Si esta situación persiste, amenaza con elevar los precios de un sinfín de productos derivados, desde alimentos en lata y teléfonos inteligentes, hasta los autos electrónicos y los aviones, lo que provocaría una crisis añadida de materias primas y un terremoto en las bolsas.