La lata de mostaza Colman’s es un verdadero símbolo de la tradición británica y un ejemplo de cómo un envase puede mantener su esencia a lo largo de los siglos. La historia de la marca comienza en 1814, cuando Jeremiah Colman fundó su empresa en Norwich, Inglaterra, produciendo mostaza en polvo a partir de semillas marrones y blancas. Durante los primeros años, los envases eran sencillos y funcionales; no fue hasta mediados del siglo XIX cuando Colman’s empezó a definir la identidad visual que hoy reconocemos.

En 1855 se introdujo la emblemática cabeza de toro como logotipo, mientras que el característico fondo amarillo con tipografía roja se consolidó poco después, ya presente en envases de 1866. Ese mismo año, la marca recibió el Royal Warrant, distinción real que reforzó la tipografía y el diseño que todavía distingue a la marca. Desde entonces, el envase ha permanecido sorprendentemente constante, convirtiéndose en un icono cultural que ha acompañado generaciones.

A lo largo de los años, la lata ha recibido refinamientos gráficos y celebraciones conmemorativas. En 2014, coincidiendo con el bicentenario de la marca, la agencia Our Creative actualizó el logotipo del toro para darle un aire más joven e irreverente, al mismo tiempo que se lanzaron ediciones limitadas con ilustraciones de anuncios históricos. Pese a estas actualizaciones, los elementos esenciales —el amarillo intenso, la tipografía roja y el toro— han permanecido intactos, garantizando la continuidad de la identidad de la marca.

La lata también cuenta una historia en sus detalles: muchas de las ediciones antiguas muestran medallas y premios obtenidos, instrucciones tradicionales para preparar la mostaza en polvo y referencias a la calidad “Double Superfine” de los ingredientes. Su resistencia y practicidad incluso llevaron a que una lata de Colman’s acompañara la expedición de Scott al Polo Sur a principios del siglo XX.

Durante el siglo XX, la marca mantuvo su imagen tradicional en publicidad y coleccionables, reforzando su vinculación con la cultura británica, como en las latas temáticas de cricket. Tras la adquisición por Unilever en 1995 y el cierre de la histórica fábrica de Norwich en 2020, la producción continuó, conservando la estética de la lata que se ha mantenido como un pilar del legado de la marca.

Hoy, las latas de mostaza Colman’s siguen siendo reconocibles en todo el mundo. Desde las versiones pequeñas de 4 oz hasta los formatos grandes de 16 oz para uso doméstico o profesional, el envase combina tradición y funcionalidad, preservando el polvo de mostaza y su aroma característico. La historia de la lata Colman’s es, en definitiva, un ejemplo de cómo un diseño sólido puede perdurar, adaptarse sin perder su esencia y convertirse en un ícono cultural que trasciende generaciones.

La identidad visual de Colman’s es extraordinariamente sólida: desde el siglo XIX, los elementos clave (amarillo, toro, tipografía) apenas han cambiado.

Las latas han servido no solo para conservar mostaza, sino también como objetos de marca y reconexión con la historia: a través de ediciones especiales, coleccionables y presencia en el museo de Norwich.

Incluso tras el cierre de la fábrica de Carrow, el envase metálico sigue siendo un símbolo de la herencia Colman’s.