La industria del envasado de alimentos ha pasado por infinidad de etapas desde el surgimiento de los primeros empaques de metal. Todo comenzó en Londres con Philippe de Girard que pasó de usar tarros de cristal a recipientes de hojalata, esto es, láminas de hierro bañadas en estaño.

En 1811, tras asociarse con el empresario inglés, Peter Durand, éste vendió la patente a otro empresario, Bryan Donkin, un destacado ingeniero e inventor quien dos años más tarde inauguró la primera fábrica de latas de conserva de la historia.

La primera fábrica de conservas comercial se lanzó en Inglaterra en 1813. Los alimentos que se conservaban en esta época incluían ostras, carnes, frutas y verduras. Las latas de estaño decoradas comenzaron a generalizarse en la década de 1830 con galletas y pasteles. La patente de la primera máquina para sellar extremos de latas cilíndricas se otorgó a Allan Taylor en 1847, ya que otros procesos nuevos ayudaron a acelerar la producción. En 1875, la lata cónica apareció por primera vez y fue ampliamente adoptada para enlatar carne enlatada y sardinas.

Como una multitud de inventos modernos comenzaron a aparecer en la década de 1880, esta era marcó el comienzo de la primera máquina automática para hacer latas. A comienzos de 1900, los nuevos inventos surgieron aún más, a medida que una sociedad contemporánea centrada en el consumidor comenzaba a tomar forma. El enlatado de atún comenzó en 1909 en la costa oeste de los Estados Unidos. En 1914 comenzaron a utilizarse hornos continuos para secar la tinta en paquetes de hojalata. Bayer introdujo latas de bolsillo para aspirinas en 1917. Ese mismo año marcó el comienzo de las latas de café con aperturas claves. Aquí hubo otros desarrollos importantes de envases para alimentos antes de la Segunda Guerra Mundial como el spam (carne enlatada) en 1926, cinco años más tarde nace la patente del abrelatas eléctrico y en 1935 Krueger comercializa la primera lata de cerveza.

Inmediatamente después de la II Guerra Mundial, las primeras latas de aerosol se comercializaron a gran escala en 1945. Otro ejemplo lo encontramos en los cursos de formación de cerradora de vacío CANCO, también en la década de los años 40. No hay que olvidar que los fabricantes de máquinas, así como los fabricantes de latas y de herramientas, han participado históricamente en la formación de los usuarios finales.

Según señala Roberto Baroni, sales mánager de Imeta, las cerradoras de latas requieren un conocimiento completo del proceso para poder reaccionar rápidamente y corregir cualquier error. “Comparado con la actualidad, llama la atención la ausencia total de equipos de protección personal en esa época. También se puede observar cómo las cerradoras no tenían motor eléctrico, sino que estaban todas conectadas por largas correas planas a un eje central que colgaba del techo”, detalla.

Como conclusión, Gilbert Salazar, especialista en cerramientos, añade que “es muy cierto que ahora que los mecánicos más antiguos se han jubilado y se han llevado 30-40 años de conocimientos, la industria está perdiendo a sus trabajadores más cualificados. La mayoría de la gente no se da cuenta de la importancia de una doble costura correctamente formada, ya sea de acero, aluminio o plástico/fibra, el principio básico sigue aplicándose y es fundamental. El arte de la doble costura es simplemente un arte”.