La administración del presidente Donald Trump anunció nuevos aranceles de hasta el 50 % sobre las importaciones provenientes de Brasil, incluyendo productos clave como la bauxita y la alúmina, fundamentales para la producción de aluminio. La medida entrará en vigor el 1 de agosto y forma parte de una ofensiva comercial más amplia, que también incluye metales como el acero y el cobre.
El anuncio se suma a los recientes aranceles impuestos por Estados Unidos a sectores estratégicos bajo el argumento de reforzar la producción nacional. En el caso del aluminio, los nuevos gravámenes apuntan directamente a insumos esenciales: Brasil es uno de los mayores productores mundiales de bauxita, el mineral del que se extrae el aluminio, así como un exportador relevante de alúmina, el material intermedio en el proceso de refinado.
La decisión ha sido interpretada por analistas internacionales no solo como una medida proteccionista, sino también como una represalia política. Trump justificó la imposición de aranceles alegando una supuesta persecución judicial contra su aliado ideológico, el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, actualmente investigado por la justicia de su país.
La reacción del Gobierno brasileño no se hizo esperar. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva advirtió que Brasil aplicará medidas equivalentes si los aranceles se concretan. “Si ellos nos imponen un 50 %, nosotros también les responderemos con un 50 %”, afirmó en declaraciones recogidas por el diario The Guardian. El mandatario también dejó abierta la posibilidad de elevar la disputa ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Según datos oficiales, más del 30 % del jugo de naranja que se consume en Estados Unidos proviene de Brasil. La Cámara Brasileña del Jugo de Frutas ya alertó sobre una posible subida de precios para los consumidores estadounidenses.
En el plano industrial, empresas brasileñas como Norsk Hydro y Alcoa Brasil podrían ver afectadas sus operaciones de exportación de bauxita y alúmina. Aunque parte de la producción ya se destina a Asia y Europa, Estados Unidos representa un socio comercial clave para estos insumos, especialmente en sectores como la automoción, la construcción y la defensa.
Además, se teme que esta escalada impacte la estabilidad del mercado global del aluminio. El think tank estadounidense SAFE ha alertado en semanas recientes sobre la importancia de asegurar una cadena de suministro interna de metales estratégicos como el aluminio, y ha criticado la exportación de chatarra hacia países rivales como China.
A corto plazo, la incertidumbre ha provocado la caída del real brasileño frente al dólar y pérdidas bursátiles en sectores industriales. Lula ha convocado una reunión de emergencia con su gabinete económico para evaluar posibles escenarios, aunque su Gobierno ha señalado que aún existe margen para el diálogo diplomático.
El conflicto comercial entre Estados Unidos y Brasil plantea riesgos económicos bilaterales, pero también reabre el debate global sobre la seguridad de suministro de materias primas críticas, el proteccionismo y la injerencia política en las relaciones comerciales internacionales.