Estados Unidos, primer importador mundial de productos pesqueros, ha fijado un arancel único del 19 % al atún en conserva procedente de Tailandia, principal proveedor global del producto. España, que exporta bajo el marco de la Unión Europea, mantiene un gravamen menor, del 15 %, lo que podría favorecer a sus exportaciones hacia el mercado estadounidense.

La medida encarece directamente las importaciones tailandesas. Cada lata destinada a EE. UU. costará casi una quinta parte más que antes, situando el precio medio por tonelada en torno a los 6.500 dólares, similar a los niveles de Vietnam o Ecuador. Aunque supone un golpe para Bangkok, sus menores costes de producción permiten que siga siendo competitivo.

El cambio de política arancelaria simplifica un sistema anterior más complejo, en el que las tasas variaban entre el 6 % y el 35 % según el tipo de conserva. Washington optó por unificar el gravamen en el 19 % tras una negociación con Tailandia, que evitó un incremento mayor que llegó a barajarse en torno al 36 %.

Para la industria española, el nuevo escenario puede representar una oportunidad siempre que logre diferenciar su producto por calidad, sostenibilidad y trazabilidad. Expertos subrayan que la batalla no se librará en el terreno del precio, donde Asia mantiene ventajas estructurales, sino en el valor añadido que el consumidor esté dispuesto a reconocer.

No obstante, la situación también entraña riesgos: Tailandia podría redirigir parte de su producción hacia Europa, presionando los precios a la baja y afectando a la industria atunera comunitaria. Organizaciones como Europêche ya han advertido de esta amenaza y piden a la Unión Europea que, llegado el caso, active medidas de defensa comercial.