El sector del aluminio emite alrededor de 1.100 millones de toneladas de gases de efecto invernadero anualmente. Sin embargo, mediante la electrificación, la reducción de emisiones directas y la apuesta por el reciclaje, se espera que el aluminio juegue un papel central en la transición energética.


Según el International Aluminium Institute (IAI), aproximadamente el 60% de las emisiones de esta industria proceden del uso intensivo de energía, en su mayoría generada a partir de combustibles fósiles. La solución más inmediata y factible es la electrificación del proceso utilizando energías renovables, como la solar y la eólica, lo que podría transformar la industria y hacerla significativamente menos contaminante.


Además de la electrificación, la implementación de tecnologías de captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS) también está ganando terreno. Estas tecnologías permiten capturar el CO2 emitido durante el proceso de producción y almacenarlo de forma segura o reutilizarlo, reduciendo así la cantidad de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera, asegura una información de Driving Eco, aunque estos métodos aún están en desarrollo y requieren una inversión considerable, el avance tecnológico y la competitividad de las energías renovables son factores optimistas para la descarbonización de esta industria.


Este informe asegura que otra de las estrategias clave para descarbonizar el aluminio es la reducción de las emisiones directas en el proceso de fundición. “Una de las innovaciones más prometedoras es el uso de ánodos inertes en lugar de los ánodos de carbono tradicionales. Esta alternativa, que elimina la producción de CO2 durante la electrólisis. El informe de Mission Possible Partnership, este tipo de innovaciones tecnológicas son esenciales para acelerar la descarbonización».