La Casa Blanca endurece las medidas contra las importaciones chinas mientras la industria norteamericana del aluminio sufre la pérdida de empleos y competitividad.

La industria del aluminio en Estados Unidos enfrenta una crisis estructural impulsada por la sobrecapacidad china, alimentada por subvenciones estatales masivas que distorsionan los precios internacionales. Un reciente informe visual difundido por diferentes asociaciones sectoriales detalla cómo Pekín subvenciona a su industria mediante energía barata, créditos preferenciales y ventajas fiscales, generando un entorno de competencia desleal que ha arrasado con el empleo industrial en Occidente.

Desde 2013, Estados Unidos ha perdido más del 70 % de los empleos del sector del aluminio primario. El número de fundiciones activas ha pasado de 24 a solo 4. En Europa, las cifras también son alarmantes, con una caída de 23 plantas a apenas 9. Esta dinámica ha convertido a China en el actor dominante del mercado, con graves implicaciones para la seguridad nacional, la estabilidad comercial y el medio ambiente global.

Trump endurece su política comercial

El presidente Donald Trump, en su segundo mandato, ha intensificado su política de defensa industrial con una nueva batería de medidas arancelarias. Bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio, ha elevado los aranceles sobre el aluminio chino del 7,5 % al 25 %. Además, continúa aplicando los criterios de la Sección 232, exigiendo que el aluminio importado esté fundido y colado en EE. UU., México o Canadá para evitar las tarifas.

La administración también ha puesto la lupa sobre las triangulaciones a través de terceros países como México, por donde se estaría canalizando aluminio de origen chino. El objetivo: cerrar todas las vías de evasión comercial y proteger la producción nacional.

Estas decisiones han sido bien recibidas por el sector. La empresa Century Aluminum anunció recientemente la construcción de un nuevo complejo industrial en Carolina del Sur, el primero de este tipo en más de cuatro décadas, gracias al nuevo clima político y a las medidas proteccionistas.

China, ¿socio o amenaza?

El dominio de China en el mercado del aluminio va más allá de lo económico. Según el gráfico difundido, la dependencia de sus cadenas de suministro representa un riesgo estratégico para sectores clave como la defensa, la automoción y las energías renovables. Además, el modelo de producción chino —basado en carbón— incrementa significativamente las emisiones globales de carbono.

China no solo subsidia su industria doméstica, sino que también financia proyectos en países como Indonesia y Angola, ampliando su control sobre las materias primas necesarias para el aluminio, como la bauxita.