El pasado cinco de enero se celebró el Día Mundial de la crema batida. Un topping que ha trascendido generaciones y fronteras, consolidándose como un elemento imprescindible en la gastronomía y la confitería,
No se sabe a ciencia cierta si detrás de la fecha elegida se esconde el cumpleaños de Aaron Soffer Lapin, fundador y primer presidente de la marca Reddi-Wip, reconocida por popularizar la crema batida en aerosol, un elemento popular de la cultura culinaria estadounidense.
Lapin no solo fundó su reconocida marca, también dejó una huella significativa al patentar la boquilla de los envases de crema batida en aerosol, un invento que revolucionó la forma en que se consume y se presenta este producto, facilitando su uso y garantizando una experiencia más práctica.
Según informa Infobae, el inicio del éxito de Aaron S. Lapin se remonta a la época de la Segunda Guerra Mundial y la postguerra. De acuerdo con la revista estadounidense de gastronomía St. Louis Magazine, Lapin comenzó vendiendo un sustituto de la nata montada basado en grasa vegetal, la cual era una solución práctica en tiempos de escasez, mientras que, para los panaderos, desarrolló una pistola de aire recargable para facilitar su aplicación en la repostería.
Después de la guerra, Lapin transformó su improvisación en un producto revolucionario: una lata de aerosol que contenía nata montada. La puesta en marcha de Reddi-wip comenzó de manera local en 1948, pero su popularidad creció rápidamente, extendiéndose por toda Norteamérica, así que para 1951 las ventas anuales de Reddi-wip ya habían superado los siete millones de dólares, consolidando su lugar en el mercado de esa época y que se mantuvo hasta la actualidad.
Según detalló Felicia Lee, especialista en Historia Culinaria y colaboradora en Food Republic, los habitantes de Chantilly, una ciudad francesa, han sostenido durante siglos que esta preparación fue inventada en 1671. La historia cuenta que, enfrentado a la escasez de nata para un postre, un mayordomo del castillo local en esa época descubrió que al batirla con fuerza podía aumentar su volumen, de modo que la pequeña cantidad disponible rindiera más.
Sin embargo, la especialista señaló que esta versión no es la única. Los registros históricos indican que los cocineros italianos ya habían comenzado a batir crema para sus postres desde el siglo XVI, mucho antes de la supuesta invención en Chantilly. Durante ese período, el consumo de productos lácteos que inicialmente era una práctica limitada a los campesinos que trabajaban con ganado fue adoptado por las clases altas italianas, cambio cultural que permitió que los lácteos se integraran en la alta cocina, dando lugar a innovaciones como la “nieve de leche”.