Investigadores de los centros IHSM-CSIC-UMA en Málaga y ICMS-CSIC-US en Sevilla han desarrollado lacas biodegradables a partir de pulpa de tomate (pomace) para recubrir el interior de latas y envases metálicos de alimentos y bebidas.
El nuevo recubrimiento reutiliza subproductos del procesamiento de tomate —semillas, pieles y tallos— que normalmente se desechan o se usan parcialmente como alimento animal. Tras un proceso de secado y hidrólisis, se extraen lípidos de la pulpa, que se dispersan en agua y etanol, se aplican sobre el metal y se someten a policondensación por calor para formar la resina.
Los resultados muestran que esta laca vegetal es hidrófuga, adherente y anticorrosiva, protege el metal ante golpes o transporte, y no libera compuestos al alimento, a diferencia del BPA. Además, su producción genera menos CO₂ y tiene un menor impacto sobre la salud humana en comparación con las resinas tradicionales.
Tras pruebas con simulantes de alimentos, el siguiente paso será evaluar su rendimiento con alimentos reales como tomate triturado, atún u otros productos enlatados, analizando su estabilidad durante almacenamiento y esterilización.
Esta iniciativa representa un avance hacia la economía circular, transformando un residuo agrícola en un material sostenible que reduce la dependencia de recursos fósiles y la generación de residuos.
Los envases de acero y aluminio requieren un recubrimiento interno para evitar la corrosión y la contaminación de los alimentos. Tradicionalmente, se usa resina epoxi con BPA, un compuesto derivado del petróleo que protege el alimento, pero actúa como disruptor endocrino, relacionado con cáncer, diabetes y problemas de desarrollo. En España, su uso está prohibido desde 2022 por la Ley de Residuos y Suelos Contaminados.