Estados Unidos está quedándose peligrosamente rezagado en la carrera por asegurar los materiales clave del futuro, y las consecuencias comienzan a notarse. El Fondo Monetario Internacional rebajó recientemente sus previsiones económicas globales y de EE. UU., citando las tensiones comerciales y los aranceles como factores clave del enfriamiento económico. Esto es lo que asegura la experta, Annie Sartor, directora de la Campaña de Aluminio en Industrious Labs (una organización dedicada a reducir las emisiones industriales y promover soluciones sostenibles en sectores clave como el aluminio, el acero). Unas afirmaciones que se han publicado recientemente en la revista Fortune.
Esta advertencia subraya la vulnerabilidad de la economía estadounidense ante su alta dependencia de cadenas de suministro globales cada vez más frágiles.
Uno de los ejemplos más claros de esta situación es el aluminio, un metal esencial para sectores como la energía, el transporte, la construcción, los envases y la defensa. A pesar de su creciente demanda, la capacidad productiva nacional ha caído drásticamente. Mientras que en el año 2000 había 23 fundiciones en funcionamiento, hoy solo quedan cuatro operativas, y ninguna a plena capacidad.
Según un informe de Industrious Labs, se estima que la demanda interna de aluminio primario podría aumentar hasta un 40 % para 2035. Actualmente, el 82 % del aluminio consumido en EE. UU. es importado —más de la mitad proviene de Canadá—, lo que convierte al país en el mayor importador neto de este material. Sin embargo, este suministro podría no estar garantizado a largo plazo debido a cambios en el mercado global y nuevas regulaciones comerciales en Europa.
De mantenerse esta tendencia, EE. UU. podría enfrentar una escasez crítica de aluminio en los próximos años. El informe proyecta una necesidad de hasta 6,4 millones de toneladas métricas anuales para 2035, una cifra muy superior a la capacidad actual. Esta escasez afectaría directamente a los precios de productos clave como automóviles, cables eléctricos, envases y componentes para energías limpias.
Para evitar esta crisis sería urgente reactivar fundiciones inactivas, aumentar la producción en las instalaciones existentes e invertir en nuevas plantas, algo que no se ha hecho en más de cuatro décadas. Proyectos como la nueva fundición propuesta por Century Aluminum o la reapertura de plantas como Hawesville y Magnitude 7 Metals podrían recuperar hasta medio millón de toneladas métricas de capacidad y generar cerca de mil empleos.
Más allá del suministro, se trata de asegurar la competitividad y resiliencia industrial del país. Con una estrategia combinada de inversión pública y privada, una política industrial inteligente y una apuesta por la modernización, EE. UU. puede recuperar el liderazgo en el sector del aluminio y garantizar un futuro económico más sólido y sostenible. De lo contrario, corre el riesgo de perder no solo participación en el mercado, sino también su capacidad de respuesta ante los desafíos del siglo XXI.












