¿Puede el aluminio convertirse el envase por excelencia de las próximas décadas? Son muchas las ventajas de este material, pero tiene algún que otro inconveniente. Quizá el más sobresaliente sea la costumbre en muchos casos. Y ya se sabe que el hombre es un animal de costumbres. Sustituir una botella vidrio por una de aluminio no siempre será posible. No al menos en todos los casos. Por mucho que las botellas de aluminio nos las podamos llevar tranquilamente para hacer un picnick —son ligeras y prácticamente indestructibles— para algunos consumidores, la botella de vino en la mesa es un imprescindible. Hay otros casos, como el kétchup o la mostaza, envasados en plástico con marcas muy potentes que nos han acostumbrado a lo largo de las décadas a servirlos de determinado modo.

Sin embargo, hay otros sectores donde es más factible que nos encontremos con este material en los hogares. Sobre todo, en los artículos de cuidado personal, medicamentos, productos de limpieza del hogar o condimentos.

Anuncios

La empresa emergente Meadow, con sede en Estocolmo, está desarrollando un innovador sistema de envases de aluminio para este tipo de artículos mencionados, con el objetivo de sustituir el plástico en sectores donde aún predomina.

La iniciativa se apoya en datos que muestran una tasa de reciclaje del 81% para el aluminio en el Reino Unido, frente al 52% del plástico, según la Base de Datos Nacional de Residuos de Envases. El fabricante global Ball Corporation ha invertido en el proyecto y lo ofrecerá a sus clientes del sector de cuidado personal.

El gran competidor en este caso sería el vidrio por un tema de costes. El aluminio es más ligero que el vidrio y se considera infinitamente reciclable, aunque su producción primaria sigue siendo intensiva en energía y más costosa que la del plástico. Según Broadland Drinks, el coste del aluminio puede ser hasta cuatro veces superior al del vidrio, a pesar de que reduce las emisiones de CO₂ durante el transporte.

La periodista Mari Lou Costa también señala que las nuevas normativas de la UE sobre envases —que exigen una reciclabilidad mínima del 70% para 2030— están incentivando el cambio. Sin embargo, expertos advierten de barreras como la falta de flexibilidad del aluminio frente a formas distintivas de marca, la opacidad del material y la necesidad de líneas de producción adaptadas. Aquí tenemos también la costumbre del consumidor: en muchos casos le gusta ver lo que se lleva y esto con el aluminio no es posible.

Además, el uso de recubrimientos internos y componentes plásticos en los sistemas de dispensación puede complicar su reciclabilidad total, según señalan diseñadores de packaging y consultores en sostenibilidad.

Aunque el aluminio ofrece ventajas ambientales clave, el desarrollo de plásticos reciclables o biodegradables podría mantener a este material como opción preferida en muchos sectores, dependiendo de su aplicación específica.