Durante la Cumbre de Reciclaje de Envases, celebrada del 25 al 27 de junio en Texas, especialistas de distintos sectores coincidieron en una idea central: el avance del reciclaje pasa por integrar activamente al consumidor. Aunque la industria ha invertido en mejorar procesos y materiales, la participación ciudadana continúa siendo un eslabón débil, muchas veces desatendido.
Paul Nowak, director de GreenBlue, insistió en que la responsabilidad no debe recaer en el consumidor, ya que, según explicó, no siempre se le brindan las herramientas ni la información necesarias para reciclar correctamente. Una comunicación deficiente y etiquetas poco claras dificultan su implicación y generan escepticismo.
Por su parte, Jonathan Quinn, del Pacto de Plásticos de EE.UU., puso el foco en los plásticos flexibles, cuyo reciclaje depende de sistemas poco accesibles como la entrega en tienda. Señaló que la conveniencia es clave para el comportamiento del consumidor, y exigirle pasos adicionales sin ofrecer beneficios o compensaciones resulta ineficaz.
Desde la perspectiva del comportamiento, Shira Abel recordó que, aunque la mayoría de los estadounidenses valoran el reciclaje, las cifras no reflejan esa intención. Frente a esta contradicción, propuso aplicar principios de la psicología conductual para facilitar decisiones automáticas e incentivar hábitos sostenibles mediante recompensas o consecuencias claras.
En definitiva, los expertos coincidieron en que la industria del reciclaje debe replantear su estrategia. Incluir al consumidor desde el diseño de los envases hasta su gestión final, con sistemas fáciles, atractivos y coherentes, es esencial para lograr una mejora real en las tasas de reciclaje.