Estanterías vacías sin botellas de aceite de girasol en los lineales de los supermercados. Esta es la insólita estampa que se está repitiendo estos días en centenares de supermercados de toda España ante el miedo de algunos consumidores a que no hayan existencias los próximos meses. Situación similar también está ocurriendo con otros productos en los que el aceite de girasol forma parte de su composición como es el caso de las latas de conserva cuyo precio también ha subido. La industria conservera alerta que sólo queda aceite de girasol para envasar para tres semanas. Desde hace semanas buscan con urgencias mercados alternativos para evitar el desabastecimiento ante la posible rotura de stock.
De no encontrar una solución en breve, se producirá la paradoja de que las latas de conserva en aceite de girasol serán, en los próximos meses, más caras que las de aceite de oliva, incluso las de virgen extra. Aunque también puede ocurrir que los productos enlatados en aceite de girasol desaparezcan de las estanterías por desabastecimiento de la materia prima.
Una situación que al igual que en España también se está registrando en otros muchos países, ante la subida de precios y la escasez. Es una de las primeras consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, el granero de Europa, y que está impactando de lleno en el bolsillo de los consumidores, los primeros en notar los efectos colaterales del conflicto y que está afectando directamente a la cesta de la compra con una subida escalonada de los precios.
El problema para la industria conservera española no es pequeño. Se juegan nada menos que el 56% de su producción, mientras que el 44% restante se envasa en aceite de oliva. “Es posible que, si esta situación se prolonga, se acabe invirtiendo esta proporción y que el producto en aceite de oliva sea más barato y de mayor demanda que el de girasol, porque la subida de precios es inevitable”, confirma Juan Manuel Vieites, secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados (Anfaco-Cecopesca).
En este sentido añade que “el problema es que exportamos a muchos mercados internacionales en los que la oliva no está tan implantada en la cultura culinaria y de consumo como el girasol”.
“La preocupación es máxima ya que las empresas españolas del sector emplean 98.000 toneladas de aceites vegetales cada año. Las conserveras tenían aseguradas las compras de aceite de girasol para un período de seis meses, pero las refinerías ucranianas están detenidas, los barcos no circulan por el estrecho del Bósforo y las aseguradoras no se hacen cargo al ser una situación guerra, por lo que actualmente la industria podría enfrentarse a un desabastecimiento en cuestión de tres semanas o un mes”.
A la difícil situación actual, hay que sumar la existencia de pocas alternativas y las que hay son más caras. “Hay otros países, como Argentina, Moldavia, Bulgaria, Brasil o Francia que también producen aceite de girasol, pero en cantidades insuficientes y además su importación es más costosa”, explica Vieites. Por eso las conserveras buscan sustitutos como el aceite de soja a fin de mantener la misma calidad.
Otro problema añadido, Rusia ya había vetado los productos pesqueros españoles hasta diciembre de este año. La industria de la conserva también tiene un pequeño mercado en Ucrania: vende al año 368 toneladas de producto, que en conjunto apenas superan los 2,5 millones de euros en ventas. Por último, la patronal conservera ha pedido a las Administraciones y autoridades europeas la puesta en marcha de medidas comerciales de excepción como la suspensión de barreras arancelaria a fin de intentar capear la crisis de la mejor manera posible.