A Papá Noel se le podrían complicar las Navidades, y la culpa no sería suya. Y es que la decisión del gobierno chino de realizar recortes en su factura energética para lavar su imagen está acarreando problemas a muchos sectores de la economía china pero también a nivel mundial.
El gigante asiático se ha propuesto ser más eficiente, y ha cortado la luz de forma intermitente en fábricas y zonas residenciales. Las consecuencias están siendo notables para los trabajadores y residentes de estas zonas, pero también puede serlo a nivel global si estos cortes reducen de forma severa la capacidad de producción china. Un ejemplo lo encontramos en la provincia Lianoning, al noreste de China donde la escasez de suministros de carbón y las políticas para reducir emisiones y mejorar la eficiencia energética han provocado frecuentes apagones.
También en la provincia de Yunnan, una de las mayores productoras de aluminio del país asiático que alberga alrededor del 10% de la capacidad de aluminio china, ya ha empezado a aplicar restricciones a la producción en un esfuerzo por cumplir los objetivos de reducción de la intensidad energética.
Ya en agosto, las fundiciones de aluminio de Yunnan habían cerrado casi un millón de toneladas de capacidad anual debido a las restricciones energéticas, según el centro de investigación Antaike, respaldado por el Estado. Las restricciones comenzaron en mayo, cuando la provincia se vio afectada por una sequía que redujo su producción hidroeléctrica.
Algunas empresas chinas, también han empezado a mostrar su preocupación. Se preguntan si la reciente política de ‘doble control del consumo de energía’ de China, está teniendo ya un cierto impacto en la capacidad de producción de la fabricación de latas de metal listas, y la entrega de algunos pedidos que tiene que retrasarse. Además creen que el «Plan de Acción de Otoño e Invierno 2021-2022 para la Gestión de la Contaminación del Aire» podría restringir aún más la capacidad de producción en latas de metal durante los próximos meses.
A esta situación hay que sumar la reciente subida del precio del aluminio que alcanzó el nivel más alto desde 2006. Su precio ha llegado a ser de 3.000 dólares la tonelada por primera vez en 13 años, en medio de las expectativas de que las interrupciones del suministro han llegado para quedarse.
Las fundiciones de la Unión Europea también se enfrentan a un aumento de los costes, ya que tanto los créditos de carbono como los insumos energéticos están en máximos históricos, según Goldman Sachs. «En China y, cada vez más, en la UE, el riesgo político para el suministro de aluminio es cada vez mayor», añaden.
No obstante, el Gobierno chino ha decidido adoptar estas ferreas medidas para evitar las fábricas superen los límites de consumo que Pekín impuso para promover la eficiencia energética. Según expertos en economía y medioambiente, los fabricantes han consumido su cuota energética más rápido de lo que habían previsto, sobre todo por la explosión de la demanda tras la pandemia.
Sin duda dicha situación supone todo un reto para el Partido Comunista chino, que busca reducir la emisión de gases contaminantes pero que se enfrenta a una de las épocas más difíciles por la creciente cantidad de peticiones de chips y productos en todo tipo de industrias.
La escasez de suministros afectará a la industria durante el resto de este año y la mayor parte de 2022, según muchos de los participantes en la cumbre Harbor Aluminum Summit de Chicago, y algunos proyectan que podría llevar hasta cinco años resolver los problemas.
Aluminum Corp. of China Ltd., la mayor fundición del país, subió un 8,1% en Hong Kong. Las acciones chinas de materiales podrían experimentar una nueva revalorización, ya que las nuevas medidas del gobierno para frenar la producción de acero con el fin de reducir las emisiones podrían impulsar también los precios del cemento, el acero y el aluminio.
El impacto de estas medidas es enorme para la economía china: la previsión de crecimiento económico ha bajado del 5,1% al 4,7% respecto al año anterior. Estos cortes podrían también sumarse al impacto que está teniendo la crisis de su inmenso grupo inmobiliario, Evergrande Group, que podría seguir el camino de Lehman Brothers y ha planteado muchas dificultades en las bolsas mundiales.
Pese a todo, Xi Jingping parece decidido a conseguir que el mundo vea que su nación, la más contaminante del mundo, se esfuerza para lograr recortar sus emisiones. Una cuestión añadida que muchos han pasado por alto, los Juegos Olímpicos de Invierno se celebran el próximo febrero en Pekín, y los gobernantes chinos se han propuesto a toda costa tratar de conseguir cielos claros y azules para el importante evento.