La carrera espacial entre EEUU y la URSS impulsó la era de la nutrición espacial para situarla otro nivel. En la actualidad, la nutrición espacial sigue siendo objeto de estudio debido a la nueva era espacial de este siglo XXI. Cuenta ya con más de medio siglo de historia que arrancó con el lanzamiento del Vostok 1 el 12 de abril de 1961. El cosmonauta soviético Yuri Gagarin hizo una órbita alrededor de la Tierra, pero fue su compatriota Gherman Titov el primero en ingerir alimentos en el espacio en agosto de 1961.
Hasta ese momento, los fisiólogos tenían ciertas dudas acerca de la posibilidad de tragar en un ambiente sin gravedad. Los sistemas de a bordo irían mejorando y la nutrición se tendría más en cuenta a medida que los vuelos se hacían cada vez más largos. El diseño de los alimentos se hizo con la intención de que su consumo no contaminara en la cabina de la nave, eran altamente densos en calorías e iban enlatados. Posteriormente se intentó mejorar el sabor de estos alimentos y hacerlos más apetecible como tubos de aluminio rellenos de carne, chocolate en puré, latas de atún, bebidas de mariscos congelados o bocados en forma de cubitos… todos ellos están diseñados para proporcionar una nutrición óptima. Alimentos termoestabilizados, ionizados, deshidratados, congelados, naturales y bebidas en polvo. La idea es que la dieta’ del astronauta no supere los dos kilos de alimento por día, lo que equivale a unas 2.500 calorías. Y debe incluir un 15% de proteínas, un 30% de grasas, un 50 % de carbohidratos. El resto debe ser líquido. Y es que los alimentos han protagonizado más de una anécdota. En 1970, la NASA planeaba abastecer a Skylab con raciones de jerez, pero en la microgravedad los vapores del vino podían ser mordaces, por lo que el alcohol fue prohibido en todos los vuelos.
En 1965, el joven John Young subió a bordo de la nave espacial Gemini III de la NASA un bocadillo escondido en su bolsillo que podría haber supuesto una amenaza para su propia vida y la de sus compañeros. Al abrirlo, las migas se desintegraron en el espacio exterior, por una simple razón: nuestra comida no soporta la gravedad 0. Una vez de vuelta a la tierra, los miembros de la tripulación del Gemini III fueron investigados por el mismísimo Congreso de los EEUU para asegurarse de que el incidente no volviera a suceder.
Para la historia quedarán los tubos que los rusos ingerían durante la misión conjunta Apolo-Soyuz. Para sorpresa de los norteamericanos en los letreros se podía leer Vodka en letras cirílicas bien grandes, aunque en su interior contenían borsch, una sopa típica ucraniana, pues no se trataba más que de una broma de los rusos.
La comida de un astronauta para una semana ocupaba el espacio de tres cajas de zapatos. A medida que fue progresando la nutrición y la longitud de los viajes se fue incluyendo alimentos en latas y envases flexibles esterilizados que permitían guardar los alimentos a temperatura ambiente durante largos períodos. Los astronautas del programa apolo fueron los primeros en disponer de agua caliente con la que re-hidratar los alimentos y poder tener mejores sabores en sus alimentos.
La mayoría de los alimentos se enlataban en recipientes de alumnio con vidas de dos años, se diseñaban las latas para que soportaran cambios de presión de una atmósfera a un tercio.14 Los alimentos enlatados mantenían sus propiedades incluso a temperaturas que rondaban los 54 °C.15 El Skylab era la primera nave que poseía neveras donde almacenar alimentos, de esta forma se podía comer helado, bebidas heladas e incluso alimentos congelados como langosta o filetes.
Probablemente, de todas las misiones espaciales, los que mejor comieron fueron los habitantes del SkyLab, la primera estación espacial estadounidense. Tenían una pequeña cocina con un horno eléctrico donde calentar la comida, una gran variedad de alimentos enlatados, una cubertería completa y hasta neveras y congeladores en los que conservar helado, bebidas e incluso langosta o filetes.
Actualmente, el menú de la Estación Espacial Internacional incluye más de 100 productos, cada pocos meses, una nave espacial automatizada llega cargada con frutas frescas, agua y comida envasada. En pocas décadas la nutrición espacial ha evolucionado a pasos agigantados. El siguiente paso, el cultivo de alimentos en el espacio.