Trump ha llegado a la Casa Blanca con mucha prisa por cumplir con sus descabelladas promesas al electorado, ya sea en materia de inmigración como en política comercial. La imposición de un arancel del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio ha sentado como un jarro de agua fría a los productores del mundo, en especial a aquellos que operaban de facto como socios comerciales. Es el caso de países como Canadá. El sindicato United Steelworkers (USW) asegura que se trata de medidas injustificadas que rompen las cadenas de suministro ya existentes y amenazan no sólo el empleo canadiense, sino también destroza la estabilidad económica al otro lado de la frontera. Los portavoces del sindicato afirman que en otros momentos ya han pasado por experiencias similares con resultados muy desafortunados y han añadido que la economía Canadá-EE. UU. lleva años consolidada con 20 mil millones de dólares en acero comercializados entre los dos países anualmente.

En estos momentos, Canadá es el mayor proveedor de acero de Norteamérica y también importa acero por valor de 4.1 Bill$

Canadá no se quedará de brazos cruzados ante semejante desafío y están estudiando medidas de choque, lo cual, asegura USW repercutirá muy negativamente en los empleos americanos, puesto que dejarán de comprar esta materia prima en USA.